miércoles, 30 de marzo de 2022

UN DÍA DE LLUVIA

Foto: J.X.

Era un día de lluvia. Había abierto el paraguas y andaba arrastrando los pies, más muerto que vivo, por un calle peatonal, sin aceras.

Llegó una camioneta y la conductora le dijo que se arrimara a la pared si no quería morir atropellado.

La conductora tenía razón y se arrimaba cada vez más a las fachadas de los edificios.

Llegó otra camioneta y el conductor le dijo, a voz en grito: ¡No se arrime tanto a la pared, que uno sabe conducir y no voy a atropellarle!

Este conductor también tenía razón. Siguió andando, bajo el paraguas, más muerto que vivo.

Entre esta dos voces de conductores, pensó entonces en otra voz, en otras voces, y se preguntó: "Cuando una voz te mata por amor o por desamor, ¿se puede andar por la vida de otra manera que no sea arrastrando los pies, un día de lluvia, por calles peatonales sin aceras, bajo un paraguas?"

Tenía todo el cuerpo invadido de ausencia. La extrañeza le subía de los pies a la cabeza. En estas condiciones, ¿qué más podía hacer un alma gastada?

lunes, 28 de marzo de 2022

LAS ALMAS TAMBIÉN SE RESFRÍAN

Foto: J.X. 

Lo primero que hacía al entrar en un local: tienda, bar, ateneo, centro cívico, cualquier local abierto al público -pues hacerlo en casas privadas era muy difícil, tarea casi imposible, aunque se podía intentar-, era mirar si había dos puertas opuestas, contrarias, abiertas: la de entrada y salida, y otra al fondo o en un lateral, generando corrientes de aire.

Así, pues, en caso de que el local tuviera dos puertas y ambas estuviesen abiertas, hiciera frío o calor, él ya se preparaba, con disimulo, para cerrar una de ellas en cuanto le fuera posible.

Cuando, pese a todo el trabajo de astucia que requiere un disimulo bien realizado, le pillaban con las manos en la masa, es decir, con la manos en la puerta que ya estaba a punto de cerrar, y le preguntaban, ¿qué estaba haciendo, por qué cerraba la puerta?, él tenía, como argumento rápido, una excusa espiritual: les decía que las corrientes de aire le enfriaban el alma.

Pero con tal excusa solo conseguía que los cálculos y preparativos para cerrar una puerta se le vinieran abajo y se le complicara la tarea del cierre con toda la burla de que era objeto.

Entonces, agarraban la puerta de inmediato y abriéndola otra vez, le respondían de mala manera que lo que le pasaba era que tenía un miedo terrible a los resfriados. Que era un miedoso y además un incívico que hacía las cosas sin consultar a los demás.

Vapuleado por todas partes, se despedía como podía, pidiendo disculpas y estornudando. Mientras los otros se reían y lo arrastraban a la calle, él se defendía diciendo que estornudaba por culpa de las dos puertas abiertas, y que muy pronto se quedaría sin alma, ahuyentada por esas corrientes de aire. Que si estornudaba -añadía-, era porque las almas también se resfrían.

Su esposa y sus tres hijos también se reían -con cierta ternura- de  esta lucha extravagante, de este duelo a espadas que él mantenía contra las corrientes de aire, aunque a veces tuvieran que ir a la comisaría o al hospital a recogerlo.

viernes, 25 de marzo de 2022

EN BUSCA DEL TESORO

Foto y encuadernación,   J.X.

Se acercó a una mesa situada al fondo del bar, muy al fondo -un poco a oscuras por falta de luz-, donde estaban hablando dos personas, una mujer y un hombre, de mediana edad. Él se acercó más y se puso de rodillas junto a la mesa, casi rozando una de las sillas, y dijo:

Por favor, déjenme participar en sus confidencias, déjenme amarles como si nadie hubiera muerto aún.”

El hombre y la mujer no escucharon lo que les decía, y sin mirarle siquiera, llamaron al camarero para que echara a aquel vagabundo lejos de su mesa..., "si es fuera del bar, mejor", aconsejaron ambos al camarero. con una sonrisa cómplice.

Pero antes de que el camarero lo agarrara por el brazo, él se levantó de prisa y se marchó corriendo del bar.

Con los latidos del corazón resonando en las manos apretadas, cada vez más confundido, salió a la búsqueda de otro lugar, de otra mesa y de otros comensales.

En busca de otros seres vivientes, no tan indiferentes, que tuvieran la bondad de escuchar su plegaria, y de corresponder a la oferta de participar en el descubrimiento de un tesoro: ese tesoro de amor con que se estremecen los corazones.

(Dicen algunos que ya de joven, a partir del día en que alguien no acudió a una cita primordial para él, de vida o muerte, comenzó a ir por mal camino, y que unos años más tarde se entregaba ya, de manera descarada, a la mala vida propia de un sinvergüenza. Por eso ahora, en su vejez, como redención, iba arrodillándose por los bares ofreciendo a los desconocidos un tesoro de amor, más imaginario que real, puesto que él no sabía lo que era amar. Nunca había querido a nadie y, por esa misma falta de amor, había hecho daño y había traicionado a amigos y amigas. Lo que se dice un perfecto sinvergüenza, que, para redimirse, ahora que es viejo, se arrodillaba en cualquier bar, ante desconocidos, para pagar una cuenta pendiente, una trágica deuda de amor (hablan de una novia muerta). Todo un misterio que no vamos a profanar, como él hubiera hecho.

Cuentan que, antes de morir, su cuerpo y su alma derramaron tanta sangre que, desde entonces, la novia muerta yace envuelta en rosas y sábanas rojas.)

jueves, 24 de marzo de 2022

LA MASCARILLA DE LAS PALABRAS

Al principio, se ponía la mascarilla para cortar la intercomunicación con el virus de la pandemia que andaba suelto por el mundo -”la intercomunicación viral”, como decía él.

Pero, al poco tiempo, comprobó que la mascarilla era también una ventaja muy útil para ocultar las conversaciones íntimas consigo mismo mientras merodeaba por las calles.

De este modo, mediante la mascarilla, conseguía mantener bajo secreto diplomático sus discusiones imaginarias con determinados vivos (líderes políticos y de opinión, representantes sociales, militantes de sindicatos, de partidos políticos, y, en suma, con periodistas y demás opinadores mediáticos con los que estaba en total desacuerdo).

Pero, sobre todo, era una manera de hablar con sus queridos muertos, sin llamar la atención.

Hablar tranquilamente con los muertos y cortejar a su novia difunta mientras callejeaba, sin temor al qué dirán los vivos fisgones de tales amoríos furtivos.

Todo gracias a la función aislante de la mascarilla, que disimulaba los movimientos labiales y ocultaba las palabras susurradas a los muertos.

Una vida secreta que era posible mantener por ir enmascarado, por ser el transeúnte enmascarado.

Con la mascarilla en la boca, en la nariz y en las palabras.

"Tengo que olvidar tantos buenos recuerdos..., para sobrevivir", decía, balbuceando, con los dos ojos tristes y la mascarilla puesta, en el interior de aquel bar, al fondo, más al fondo, en esta mesa, gracias.

miércoles, 23 de marzo de 2022

UN ASUNTO DE VIDA Y MUERTE

Foto: J.X.

No puede hacer esto o lo otro, ni puede atender las peticiones de los vivos.

Tiene a su cargo a alguien, a una persona que le exige toda la atención.

No para mantener viva a esta persona.

Porque es ella, la novia muerta, quien, desde la muerte, intenta mantenerlo con vida a él.

Pero, a cambio, él ha de ofrecerle la debida atención.

Son asuntos de vida y muerte.

Cosas difíciles de explicar y que los vivos puedan comprender.


domingo, 20 de marzo de 2022

LO QUE NO PUEDE SER NOMBRADO

Foto: J.X.

Hay un trozo de tierra en un lugar solitario, con una planta cuyas raíces se impregnan de la sangre del alma de la novia muerta.

Porque hay restos de almas que aún sangran en los escondrijos de la tierra, y cuyas flores no son rojas.

Tienen un color que no puede ser nombrado.

Son flores innombrables.

Las palabras del poema pueden arriesgarse e ir más allá, ¿pero sabrán encontrar después el camino de regreso? 

Si vuelven al poema, ¿será posible descifrar y entender lo que digan? ¿Lo que han entrevisto, lo que han adivinado?

Hay algunas flores cuyo color no puede ser nombrado.


viernes, 18 de marzo de 2022

EL DESTINATARIO AUSENTE

Con las manos sobre el mármol jaspeado de la mesa del bar, me confiesa que casi todos los días escribe cartas al novio  difunto. O poemas.

Lo envía por correo a una dirección facilitada por un funcionario que le aseguró que conoce bien estos trámites y cómo muchos de ellos acaban en nada por mala gestión en la comunicación.

No se desanima, pues, cuando le devuelven los sobres por destinatario ausente. El cartero o mensajero no escribe, en el dorso del sobre, “destinatario desconocido”, sino “ausente”. Solo ausente. En consecuencia, esto significa que los vecinos de tal lugar no desconocen al destinatario del correo, sino que ahora mismo estaría ausente por un tiempo.

Calla unos segundos..., y me susurra, entrelazando las manos sobre el mármol jaspeado de la mesa: “En realidad, todo lo que le escribo no son cartas ni poemas, sino “actas de acusación” contra mí misma, sin derecho a defensa propia.”

Un silencio..., y añade: “Autoinculpaciones algo embellecidas, claro está, confesiones respetuosas en la medida de lo posible, por amor y por delicadeza. Para que la forma suavice el contenido crudo de esas cartas al destinatario ausente.”

Las cartas devueltas las sepulta bajo las flores, en la tierra de unas macetas. Escribe cartas nuevas -con el mismo texto, aunque modifica o añade algunas frases-,  y las envía de nuevo al novio difunto. 

Mientras ella habla, no puedo evitar pensar en el poeta Jacint Verdaguer y en su escrito en defensa propia cuando era perseguido y acusado por los poderes religiosos y periodísticos de la época.


miércoles, 16 de marzo de 2022

FIGURAS RECORTABLES DE PAPEL

Imagen: www.pinterest.com

Aquel día, cuando salimos del bar, parecíamos dos siluetas recortables de papel, como aquellas que de niños recortábamos para construir la figura de un soldado con sus armas, o de una muñeca con sus vestidos y zapatos, o de indios a caballo con sus flechas y vaqueros con sus pistolas, también a caballo. Cuerpos frágiles que apenas se mantenían en pie una vez pegados todos los miembros y construidas las figuras de papel.

Éramos, pues, dos figuras recortables deambulando por la calle, a la espera de no sabíamos qué. 

O sí que lo sabíamos, pero no era un buen momento para hablarlo..., para decir que un día vendría la muerte con sus tijeras y nos recortaría la vida para coleccionarla en su álbum. Como si realmente fuéramos siluetas recortables de papel, figuras impresas en una lámina aguardando el corte inapelable de unas tijeras.

domingo, 13 de marzo de 2022

CUANDO NO ES POSIBLE HABLAR

Foto de un libro en blanco de Judith Xifré, encuadernado con vidrios pulidos por el mar y transformados en cristales de colores arrojados por las olas a la playa.

Cuando en la voz se entromete la muerte, es difícil hablar, articular palabras que se puedan entender.

Hay una distancia mortal, una ausencia, que se derrama en las palabras, por dentro, como la sangre de una hemorragia interna que empapara cada letra, cada sílaba de las palabras.

Entonces las palabras pierden el equilibrio, caen al abismo y se agarran a la única rama enraizada en el precipicio: la poesía, que transforma, como el mar, los vidrios que sangran en cristales de colores, arrojados por las olas a la playa como si fueran piedras preciosas. Aunque solo sean vidrios pulidos por el mar, clavados en el cuerpo y en lo que resta de alma.

Y todo es balbuceo. El balbuceo del dolor que ya no puede hablar.

viernes, 11 de marzo de 2022

CUANDO LA SANGRE ESCRIBE UN NOMBRE

Foto: J.X.

Mientras da vueltas por la Isla II del Cementerio del Mar, un vuelo de palomas le trae a la memoria un fragmento del filósofo musulmán Ibn Arabi (Murcia, 1165-Damasco, 1240), del libro Tratado del Amor, en el cual comenta que Zulaykha (esposa de Putifar), al cortarse una de las venas, la sangre que gotea al suelo va escribiendo un nombre: “¡Yusuf, Yusuf!”, que es el de su amado (un amado que, sin embargo, la rechaza), y cuyo nombre se ha esparcido a través de la sangre de sus venas.

Hay nombres amados que se escriben con sangre. 

Una gota de sangre por cada letra, por cada sílaba, hasta completar  el nombre del ser amado.



miércoles, 9 de marzo de 2022

ENCUENTRO INESPERADO EN EL BAR

Foto: J.X.

Solo él vio su última mirada (no sabe lo que ella veía), y le cerró los ojos.

Cuando uno anda al azar, sin destino, con el corazón mordisqueado y un pedazo reseco de alma dentro del cuerpo, ¿qué más te puede sostener?, pregunta y no pregunta, mirando al vacío.

Hay un dolor que no se puede compartir.

No sé qué decirle. Dejamos por hoy las palabras.

Un muerto, sentado a la barra del bar, me guiña un ojo, pide otra copa de cava y brinda por nosotros dos.

Le sonrío y le doy las gracias.

Mi compañero me advierte que no es bueno confiar en desconocidos, aunque estén muertos.

Le digo que la novia muerta pensaba lo contrario. Por una extraña razón, que nunca entendí del todo, ella confiaba en las flores de los desconocidos.


domingo, 6 de marzo de 2022

EN DIRECCIÓN CONTRARIA

Aunque no sabía conducir ni tenía vehículo alguno (ni una bicicleta siquiera), decían de él que conducía en dirección contraria, en dirección prohibida, para llegar cuanto antes a la muerte.

Quizá se referían a su forma de andar, a aquel ir corriendo de una iglesia a otra, sin fe, pero ahí seguía, corriendo de una calle a otra hasta llegar al interior de una iglesia y reposar.

Otros decían que iba en busca de vicios prohibidos.

Simplemente, se burlaban de él.

No rezaba, no creía en ningún Dios. Pero él, dijeran lo que dijesen, sin importarle las burlas de los vecinos, necesitaba estar allí, dentro de una iglesia, y sentir aquella paz, aquel sosiego que había perdido y que no hallaba ni en las casas ni en las calles.

Este desasosiego lo comenzó a sentir desde el mismo instante en que ella fue raptada por la muerte. Él bajó por la escalera blanca del hospital, anonadado, y al salir a la calle empezó a correr, con un pañuelo en la mano, dando manotazos al viento que soplaba en dirección contraria.

Todo había cambiado. Jamás nada, ni él, volvería a ser como antes. La ternura, la delicadeza, también habían muerto. Las alimañas de la muerte te devoran el corazón, o te lo muerden y te dejan continuar, vagando por la vida en un desvivirse con el corazón mordido, troceado, o malviviendo sin corazón.

sábado, 5 de marzo de 2022

MAÑANA DE VIENTO Y DE POCAS FLORES

Foto: J.X.


No ha encontrado al vendedor de flores.

Era demasiado pronto.

O tal vez, como hacía demasiado viento, ya no vendría  la camioneta de las flores.

De un arbusto ha arrancado una ramita en flor para la novia muerta.

El viento del mar ha tumbado los tiestos, ha deshecho los ramos y ha desparramado las flores, también las de tela y las de plástico, dejando el suelo enramado, floreado.

Él ha dejado la ramita en flor en un rincón de la estancia de la novia muerta, a resguardo de los golpes de viento.

Los muertos de naturaleza triste se ponen más tristes cuando el viento pasa haciendo tanto barullo y huye con las flores.

Cuando salió del cementerio se le acercó un desconocido y le dijo: "La muerte me rechazó dos veces. La próxima vez, no quiero que nadie me salve."

jueves, 3 de marzo de 2022

LOS EXTREMOS DE LA TRISTEZA

Foto: J.X.

Cuando el suelo está resbaladizo y él pisa un extremo de la tristeza, cae de bruces en el vacío, sin remedio.

En estos casos, el único consuelo es volver a manosear el trocito de infancia que guarda en el bolsillo.

Aunque ese trocito escondido se haya ido pudriendo, a lo largo de tantos días de silencio y destrucción, entre hojas secas y palabras dichas y escritas en mala hora.

Cuando llegó al colmo de la tristeza, dicen que se lavaba todo el cuerpo, y especialmente las partes pudendas, por si existía el alma y, al no tener escapatoria por falta de fe del cuerpo, se veía obligada a salir por allí en caso de urgencia.

También murmuran que no disponía de tiempo para ir a una consulta médica muy importante para su salud, ya que debía acudir a una cita con la novia muerta, que le esperaba en una esquina, cita en la que él murió abrazado a ella, la novia muerta que murió otra vez. Y ambos fueron felices el resto de la vida misteriosa y de la muerte.

Hay muchas formas de espiritualidad en este mundo maldito.

miércoles, 2 de marzo de 2022

CUANDO EL MUNDO SE TE ESCAPA DE LAS MANOS

 Foto: J.X.

Dicen que vivía fuera del mundo.

La muerte de una persona querida lo había arrojado lejos, fuera del mundo. Muchos familiares, pasado un tiempo de la muerte del ser querido, vuelven e ingresan de nuevo en el mundo.

Pero otros no pueden regresar y se quedan en los márgenes, o más allá de los límites del mundo. No regresan ya.

Cuentan que, en él, ya de niño, todo era añoranza. Siempre vivió y murió de añoranza. Como si todo (un amor, algunas flores, un día determinado, un amigo, algún objeto), al escapársele de las manos, le arrancara el corazón.