Foto de un libro en blanco de Judith Xifré, encuadernado con vidrios pulidos por el mar y transformados en cristales de colores arrojados por las olas a la playa.
Cuando en la voz se entromete la muerte, es difícil hablar, articular palabras que se puedan entender.
Hay una distancia mortal, una ausencia, que se derrama en las palabras, por dentro, como la sangre de una hemorragia interna que empapara cada letra, cada sílaba de las palabras.
Entonces las palabras pierden el equilibrio, caen al abismo y se agarran a la única rama enraizada en el precipicio: la poesía, que transforma, como el mar, los vidrios que sangran en cristales de colores, arrojados por las olas a la playa como si fueran piedras preciosas. Aunque solo sean vidrios pulidos por el mar, clavados en el cuerpo y en lo que resta de alma.
Y todo es balbuceo. El balbuceo del dolor que ya no puede hablar.
2 comentarios:
Teresa Costa-Gramunt
Montserrat Olivés Miret
Efi Cubero
Alberto Gimeno
Angel Rodriguez
Ramòn Lupiañez
Luis Marigómez
Últimamente les estoy dando a las canciones mías y a otras que versiono para hacer como una mochila con el sueño de irme por los caminos y bodegas en mis últimos viajes. Sacando lo que tengo, como tú haces con tus relatos, que lo echas todo sin miedos ni prejuicios con tus personajes, que viven más que nunca aunque se pueda pensar lo contrario.
Publicar un comentario