sábado, 29 de enero de 2022

UNA MALA CAÍDA

El día en que se cayó por la escalera del Ateneo de su barrio, aquel día la muerte no lo tenía previsto para él. No debía ser, pues, el día de su propia muerte.

Él iba pensando en la pérdida, en la reciente muerte de ella, y al bajar por la escalera puso mal el pie en un peldaño, como si alguien le hubiera preparado una celada invisible para que tropezara y rodara escaleras abajo, hasta caer de rodillas en el último rellano.

De modo que seguramente fue la muerte de ella que lo hizo tropezar contra el vacío de una escalera.

Como si la muerte de ella quisiera cumplir así con la plegaria que él rogaba a nadie en las iglesias, en los bares y en los sueños. Pedía anticipar la propia muerte e irse de ronda con la muerte de ella.

Pero la plegaria no llegó a cumplirse, y se salvó de una caída mortal al caer de rodillas en el último rellano de la escalera. Tan solo se dio un fuerte golpe al inclinarse todo el peso del cuerpo en la rodilla de la pierna derecha, que es la que tenía más frágil desde la infancia.

Así, pues, la plegaria no llegó a cumplirse, aún. 

"Soy difícil de matar, desde que lo intenté por vez primera a los veinte años a causa de un fracaso amoroso", decía en el bar, con ironía, como si fuera un delincuente.

De algún modo, ya de niño -explicaba sonriendo-, había comenzado a sentirse como un fuera de la ley, un forajido del Oeste buscado por cazarrecompensas por haber robado dinero de la caja de la tienda de su familia, para gastárselo en partidas de futbolín y helados de nata de la pastelería "La Flor". Además de robar la pasta de un bolso de su hermana. Un perfecto delincuente infantil, duro de pelar, aunque luego se ganaría la vida escribiendo novelas románticas, populares, esos folletines que antes se vendían en los kioscos de prensa. 

Incluso, en aquel tiempo, a punto estuvo de ser liquidado, atropellado en las vías de un tren, por un asunto escabroso. Un suicidio, en realidad, disfrazado de caída, otra caída más, un salto mortal, sin red, en su vida circense y amorosa -añadía, con cierto sarcasmo.

Un día se fue del barrio y nunca más volvimos a verlo. Dejó una nota en el bar para mí, que decía: "Gracias por escucharme. Toda mi vida ha sido una farsa más, como tantas." 

viernes, 28 de enero de 2022

LA PÉRDIDA

 Foto: J.X.

Hoy parece estar más animado cuando entra en el bar.

Después de saludarnos y pedir unas cervezas, me dice que mañana irá a ver a la novia perdida, la novia que no pudo despedirse de él y dejó la puerta abierta al ser arrastrada por la muerte escaleras abajo.

Una cita con la novia perdida, con la novia muerta, una cita con la pérdida.

La pérdida de su cuerpo y del espíritu que lo animaba. La pérdida del sonido de su voz. La pérdida de la mirada. La pérdida del gesto. La pérdida del tacto.

La pérdida de la novia perdida, de la novia extraviada, muerta escaleras abajo arrastrada por la muerte.

La pérdida que el cuerpo y el espíritu de él han perdido.

En suma, la pérdida.

Mañana, pues, tiene una cita con ella.

(Algunos de sus amigos contradicen la versión de él (que la muerte arrastró a su novia escaleras abajo) y sugieren que la novia cruzó el misterio del bosque y ya no volvió. Pero ignoran si murió o sigue viva como sanadora mezclando hierbas y flores en una cueva del bosque.)


miércoles, 26 de enero de 2022

AVISOS DE CARTAS CERTIFICADAS QUE LLEGAN MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Foto: J.X. 

Hoy he visto el aviso de un carta certificada dejado en el suelo del portal (el cartero, si nadie abre la puerta del edificio, pasa los sobres y los avisos por debajo de la puerta).

Es un certificado para el 4º1ª, enviado por una institución pública (la Diputación o el Ayuntamiento), a nombre de una vecina que falleció hace unos veinte años.

A esa misma señora le mandaron también durante un tiempo avisos de certificados de las oficinas de un cementerio de la ciudad, para recordarle, seguramente, que tenía pendiente de pago la cuota anual del nicho contratado por la familia.

Son avisos de cartas certificadas que llegan al destinatario más allá de su muerte.

¿Puede ocurrir algo semejante con las cartas de amor?

¿Que lleguen al domicilio de los destinatarios enamorados cuando ya es demasiado tarde, es decir, cuando las novias o los novios rechazados hayan muerto de dolor al cabo de unos días, o se hayan suicidado por amor el mismo día del rechazo amoroso?

Nunca sabremos si alguno de los sobres de esas cartas certificadas escondían una flor marchita. Ni tampoco si contenían unas palabras de arrepentimiento, perdón o implacable sentencia.

¿Qué decía aquella última carta certificada? ¿Justificaba el rechazo y el desamor, o, por el contrario, hacía revivir el amor?

¿A dónde van a parar esas cartas de amor o desamor, que no serán jamás leídas por el destinatario?


domingo, 23 de enero de 2022

LA ORFANDAD

Foto: J.X.

No era huérfano, pero murió de orfandad.

Me contaba, en nuestros encuentros en el bar, que tenía un fuerte sentimiento de orfandad, que seguramente provenía de la orfandad real de su madre, que se quedó huérfana de padre y madre a los cuatro o cinco años de edad.

Eran cinco hermanos: cuatro varones y ella, la hermana pequeña, hijos de una familia muy pobre. A la muerte de los padres, solos y sin saber qué hacer, se distribuyeron por distintos pueblos de Catalunya, donde tenían familia, yendo los más pequeños a vivir a casas de los parientes más allegados. La niña fue a parar a casa de una familia de Lleida, propietarios de tierras, bosques y dos masías donde vivían los aparceros cuyas tierras trabajaban.

Esta familia adoptiva tenía tres hijos varones mayores que la niña, a quien trataron siempre con mucho cariño y respeto al verla tan pequeña, bella y delicada.

A los veinte años, se casaría con uno de los tres hermanos, el mediano (que se había ido a trabajar a Barcelona y se alojaba en casa de una tía paterna y de su marido, propietario de una tienda de comestibles).

Una vez casados en la misma iglesia del pueblo, se fueron a vivir a Barcelona, a casa de la tía, en cuya tienda él ya trabajaba desde la muerte del marido en la guerra civil.

Cuenta que su madre estaba muy ilusionada y enamorada tanto de su marido como de él, su hijo, amor que era correspondido por ambos.

Él, sin embargo, conservaba aquel sentimiento incurable de orfandad que había recibido de niño como un legado de tristeza de su madre, que ella sintió toda la vida, igual que después le ocurriría a él.

Hace unos pocos días, antes de morir, me dijo que ese sentimiento de orfandad había crecido con los años. Que lo sentía con mucha más intensidad desde que desapareció su novia una noche, hace ya tiempo, dejando la puerta abierta y siendo arrastrada escaleras abajo por la muerte.

Ésta fue la revelación del dolor de un amigo, en la barra del bar


sábado, 22 de enero de 2022

AL ABRIR EL ARMARIO

Foto: J.X.

Entreabre la puerta del armario con recelo. Con temor lo va abriendo.

Dos abrigos, chaquetillas acolchadas, vestidos lisos y estampados, pantalones de verano e invierno, blusas y otras prendas, cuelgan de las perchas como espectros.

Los mira, apenas se atreve a tocarlos. Tampoco se los probará como hacía un amigo suyo enamorado, para bailar con los vestidos y hacer revivir a la novia muerta en un baile desesperado.

Esto, aunque no lo parezca, es, además de un armario abierto, un poema de amor.

Con palabras contadas. Un mínimo de palabras para decir la desolación que cabe en un armario abierto.

Palabras empezadas a contar desde el momento en que se entreabre un armario con espectros amorosos que cuelgan de las perchas.

Pétalos amarillos en un bolsillo.

viernes, 21 de enero de 2022

LA HISTORIA DE UN AMOR FURTIVO

 Foto: J.X.

Cuando se sentía mejor, era cuando acudía a la cita con la novia muerta y se sentaba a su lado, a la sombra de un ciprés.

Le entregaba un ramo de flores para sobornar  a la muerte y perfumar el abandono y la dejadez de sus confidentes.

Brindaban con las copas y el botellín de champán que el novio traía de casa, camuflados en una bolsa, entre hojas de periódico, para despistar a los funcionarios, que no querían ni citas ni celebraciones de amor en aquel lugar exclusivo de muerte, no de vida amorosa.

Ésta es la historia de amor que contaban unos vecinos en el portal de la casa de un amigo.


jueves, 20 de enero de 2022

ESTRATEGIAS PARA SONARSE LA NARIZ EN LA VÍA PÚBLICA

 Foto: J.X.


De niño le regalaban unas cajas muy bonitas conteniendo pañuelos de ropa, de tela, como decía su madre.

Y ahora los opinadores sanitarios -no digamos autoridades en la materia, que sería exagerar- y la sociedad en general le recomendaban que utilizara pañuelos de papel, por ser más higiénicos, pregonaban.

¿Más higiénicos los pañuelos de papel? ¿De verdad? ¿Acaso no es poco higiénico y de mala educación tirar los pañuelos de papel, llenos de microbios (por no decir otra cosa), en las papeleras?

¿Nadie piensa en la expansión de microbios y virus que se desprenden de tales pañuelos, tirados a la vía pública, aunque sea en una papelera, por no contar todos los que son arrogados directamente al suelo?

¿Nadie piensa, tampoco, en los trabajadores del servicio de la limpieza, en los barrenderos, en los recogedores de las bolsas de basura de las papeleras, que se ven obligados a protegerse con guantes?

¿Ni tampoco piensan en los numerosos vagabundos y pobres hambrientos que remueven las papeleras, llenas de latas, restos de bocadillos y montones de pañuelos de papel usados, para ver si encuentran sobras de comida entre los desechos de los consumistas?

¿No es acaso más civilizado y de buena educación llevarse el pañuelo de ropa a casa y lavarlo, y no dejarlo expuesto en la vía pública?

Pero era inútil razonar con los opinadores y sus tertulianos, con sus mensajes pedagógicos a la ciudadanía (en nombre del bien común, indican), una ciudadanía cada vez más alienada por esas comunicaciones.

Ël, sin embargo, seguía respetando las normas de conducta que había aprendido en su infancia, y seguía utilizando los pañuelos de ropa, de tela. Aunque se viera obligado a esconderse casi, practicando estrategias furtivas de ocultamiento. Buscaba las calles más estrechas y solitarias cuando necesitaba sonarse la nariz en la vía pública. Allí, oculto como un perro perseguido, desplegaba su pañuelo blanco, de tela, limpio (nunca llevaba pañuelos usados más de un día en los bolsillos), que más tarde educada y solidariamente lavaría en casa para no contagiar a los demás desde las papeleras o desde el suelo.


miércoles, 19 de enero de 2022

OLVIDOS Y RECLAMACIONES DE LA MUERTE

Foto: Judith Xifré

Dolor, desde la cabeza a los pies.

Desde los ojos hasta la punta de los dedos de los pies. Dolor. Silencio. Ausencia. 

Hay muertes que se llevan un trozo de vida de quien estaba a su lado.

Hay muertes que no se llevan nada.

Hay muertes que se llevan media vida.

Pero hay, aún, otras muertes que se llevan, sin saberlo, toda la vida de quien estaba a su lado.

Sobre estas últimas muertes no hay consuelo posible para quien sobrevive medio muerto, muriendo cada día un poco más, hasta fusionarse con toda la muerte.

A veces, hay amadas y amados difuntos que, como recuerdo de amor olvidado al partir así, de pronto, tan desprevenidos, necesitan y reclaman el perfume del ramo de novia que guarda quien les ha acompañado en la vida. El cual, para satisfacerlos, muere con las últimas flores, perfumando la imposibilidad amorosa.

Es la naturaleza. La crueldad del tiempo. La naturaleza. La crueldad.

En una muerte, en el tamaño de la ausencia, del dolor, cabe todo el amor del mundo.


domingo, 16 de enero de 2022

LA ESCALERA

 Foto: J.X.

Alguien le había tendido una trampa mortal invitándole a aquella fiesta.

En aquel domicilio no había nadie. Era un callejón sin salida. Todas las casas estaban vacías.

Al fondo, un muro tapiaba la calle. Tampoco podía volver a la entrada de la calle. Seguramente, estarían esperándole para acabar con él los mismos que le habían invitado a la fiesta. Por lo tanto, no podía regresar. Estaba encerrado allí por los cuatro costados.

Sin embargo, como el muro que cerraba la calle no era muy alto, se dijo que tal vez podría saltarlo con la ayuda de una escalera. Entonces decidió construir una escalera dibujando palabras en el muro. Mediante ellas podría acceder al otro lado del muro, se dijo.

Empezando por abajo, escribió en el primer peldaño: Infancia.

Las palabras de los peldaños de en medio eran ilegibles a causa de la humedad del muro que las iba emborronando, aunque el espacio del peldaño no desaparecía y la estructura de la escalera se mantenía firme.

Los tres últimos peldaños, es decir los de arriba, los construyó con las palabras:

Resto amoroso.

Ausencia.

Vacío, nada.

Al pisar el penúltimo peldaño, el de la Ausencia, irrumpió de pronto en la callejuela un grupo de gente ofendida, gritando y maldiciendo su nombre. Se acercaron a la escalera y la serraron por la mitad.

Pero él, antes de caer, pudo agarrarse a un hierro que sobresalía del muro y saltar al otro lado.

Cayó sobre un montón de flores cortadas que había en un páramo. Dos niños enamorados, que murieron de amor imposible, se acercan a él, lo recogen del suelo, le sanan los bordes infectados de un trozo de alma -el único que aún le quedaba-,  y lo acompañan a las afueras de la vida. 

Por fin, sin nombre, sin identidad.


viernes, 14 de enero de 2022

SHAKESPEARE Y JOSEP Mª DE SAGARRA (Barcelona, 1957)

Fotografía J. Manén 

Esteban Polls, Antonio Gros, Josep Mª. de Sagarra, Ramon Rogent y, al lado de Josep Mª. de Sagarra, con el libro de la obra en las manos, Baldomer Xifré-Morros (padre de Judith Xifré), estudiando la puesta en escena de la obra Juli Cèsar (Julio César), de Shakespeare, en traducción de Josep Mª. de Sagarra, que se representó en el Teatre Grec, en el año 1957, pese a la censura cultural y de la lengua catalana en aquella época.    



jueves, 13 de enero de 2022

CUANDO TODAS LAS PALABRAS FRACASAN

 

Cuando la muerte subía y bajaba por la escalera, furtiva, y no rozaba aún la puerta de casa.

Las palabras remediaban la vida absurda de cada día.

Cuando la muerte entra sin llamar a la puerta, indiferente y mal educada, todas las palabras fracasan, y ya no hay consuelo posible.

Cuando la muerte es tanta, sale y rebosa de los bolsillos, y cuelga de la ropa como flores secas recogidas del suelo con dolor.


domingo, 9 de enero de 2022

ANTES DE LAS ÚLTIMAS FLORES

 Foto: J.X.

I

No quiero vivir así..., no quiero despertar más..., y piensa en mí, piensa en mí", repetía ella.

Hoy él llega antes a su casa. Dispondrá, pues, de más tiempo para distraerse. Podrá pasar el rato muriendo un poco más, y hacerse algunas preguntas:

Cuando aún te queda un trozo de alma en alguna parte del cuerpo, ¿dónde se esconden los restos de amor? ¿Detrás de ese trozo de alma?

¿También caben un par o tres de flores marchitas alrededor de ese resto amoroso?

¿Queda aún espacio después de tanta destrucción?

¿Dónde se esconde el nombre que apenas si puedes balbucear y que tanto has querido?

Cuando un nombre se mete en el alma y supura de ausencia.

Cuando todo se ha perdido, ¿a qué hay que esperar para entregarse  definitivamente al vacío en donde se precipitan los trozos de alma?

Su tristeza era inconsolable cuando recordaba la soledad de sus seres más queridos. Esa soledad familiar que se acumulaba al peso de la soledad en que él vivió toda su vida.

Ya no disputa ni se pelea con la vida, como hacía antes cuando fracasaba en el amor. Ahora, más que nunca, se las tiene con la muerte, y los dos andan buscándose por las calles portuarias, oscuras, para ajustar cuentas pendientes a navajazo limpio, a palabra limpia.


II

Le gustaba substituir o añadir algunas palabras al poema escrito ayer. Recogía el polvo de los rincones y se desangraba. Las últimas gotas de sangre.

Algunos dicen que esa esperanza de añadir nuevas palabras a un poema reciente, era una forma de alargar su vida un día más.

Hoy añadirá, pues, algunas palabras más al poema. Para sobrevivir otro día.

Mañana, ya veremos...

Las últimas gotas de sangre, las últimas flores. Para la novia muerta, que él rescata de la guarida de la nada donde estaba recluida, y es él quien ahora muere embelleciéndola con las últimas flores, con las últimas palabras.


viernes, 7 de enero de 2022

DESANDAR LA VIDA

Foto: J.X. 

Ella, que atravesaba bosques y montañas, no pudo cruzar aquel muro oscuro que de pronto le cerró el paso, impidiéndole avanzar. 

Ya no podía pasar, ir más allá de los bosques y llegar al mar. En aquel mismo instante, se volvió y comenzó a desandar, a vivir hacia atrás.

Comenzó a morir.

Desandar el camino y aquella súbita vuelta atrás, era como volver a la infancia, pero una infancia muerta, un desvalimiento sin nadie, sin salida.

Vivía el riesgo de estar sola, desde que había muerto el amor.

Todo dejaba de tener sentido, y era como tocar la muerte, palparla carne adentro, hasta tocar el desgarro del corazón, la sangre del alma. a cada momento.

Era la soledad de morir. Ya no podía vivir más, el amor había caído al vacío y ella reclamaba a la muerte y denunciaba sus tejemanejes con la vida.

Cuando muere un amor, todas las flores alrededor de la muerte se marchitan.


jueves, 6 de enero de 2022

LECTURAS POÉTICAS, EN 2013, FRENTE A LA CÁRCEL "MODELO", DE BARCELONA

Foto: Judith Xifré en un momento del acto. 

Esta acción poética urbana, coordinada por Jesús Aumatell, en 2013, reivindicaba el espacio del Centro Penitenciario “La Modelo”, de Barcelona, para usos culturales y sociales de la ciudad.

En la foto: Una de las participantes, Judith Xifré, monitora de un Taller de Encuadernación en “La Modelo”, que leyó textos de los internos que colaboraron con sus poemas y dibujos en la edición de la plaquette, "Grafías", impresa y publicada en los Talleres Tipográficos del Centro Penitenciario, en 1981.

Participaron en la lectura, rodeados de transeúntes y ciclistas que subían y bajaban por el paseo de Avda. Tarradellas, frente a la cárcel, los poetas Òscar Rocabert, Jesús Aumatell, José Florencio Martínez, María de Luis, Francesc Cornadó y Albert Tugues, más otros lectores que se fueron sumando al acto poético y reivindicativo, leyendo poemas propios y de otros poetas como Joan Vinyoli, Màrius Torres, Miquel Bauçà, Jaume Sisterna, Jordi Domènech, Víctor Verdú, Roser Iborra, Jordi Guardans, Manel Queralt...

Video sobre la acción poética frente a "La Modelo"

miércoles, 5 de enero de 2022

UNA FLOR DE TELA ROJA EN EL BALCÓN

Foto: J.X.


Es víspera de epifanía, 5 de enero. La novia muerta le ha dejado un flor de tela roja en el balcón.

Al principio, no lo comprende. Los Reyes Magos murieron con la infancia.

Él nunca deja flores artificiales en el vaso de la estancia donde la novia muerta habita. Le ofrece siempre dos rosas que compra al kiosquero de las flores, en el cementerio, cada semana.

Sin embargo, un día una mano amiga depositó un ramo de flores de tela de varios colores en el otro vaso de la estancia donde ella habita.

Es verdad, por otra parte, que él hace algunas semanas que no se siente bien y no va a visitarla. Por eso mismo, a lo mejor, ella ha creído conveniente dejar esta flor de tela roja en el balcón, como recordatorio. Para reclamar las dos rosas blancas del kiosquero, que, desde hace unas semanas, no perfuman su estancia.

martes, 4 de enero de 2022

LA FARSA

 Foto y construcción del teatrillo de títeres: J.X.

Cada día que pasa se siente más extraño en este mundo.

Más extraño y farsante.

¿De qué le ha valido el transcurrir del tiempo, la vida, la tragicomedia de la experiencia?

Vuelve a sentir una ausencia peor que la primera ausencia, un dolor peor que el primer dolor, una tristeza desesperada peor que la primera tristeza desesperada de su vida. Una muerte peor que la primera muerte.

Por lo tanto, vivir le ha servido para eso, para ir a peor.

Una tragicomedia, una farsa encantadora, en suma, con árboles, pajarillos, flores y nubes en el falso azul del cielo.

Arrastrarse de una casa a otra, de una calle a otra. Arrastrarse de un amor a otro, de una ausencia a otra, de una muerte a otra.

Ahora llueve, ahora hace sol, un ramo para la novia viva, las últimas flores para la novia muerta.

Arrastrarse por la tierra, arrastrarse en el vacío.

sábado, 1 de enero de 2022

CAÍDA Y VUELTA ATRÁS

Foto: J.X. 

No puede. Imposible ir hacia adelante. No es que haya ante él un abismo, ni muros, ni callejones sin salida. Pero no puede ir hacia adelante.

Entonces, se vuelve y y va hacia atrás. Pisa las huellas de sus propios pasos... Sigue y sigue pisando sus huellas, pasos de hoy sobre los pasos de ayer.

Hasta llegar a las calles de siempre, donde empezó todo, el tiempo de la vida y la muerte.

Pisa las huellas, los pasos de su infancia. No siente ni frío ni calor en el cuerpo, en el alma. Ni añoranza, ni amor, ni desamor. Nada. Simplemente, malherido, vuelve hacia atrás y pisa las huellas, los pasos de su infancia.

Ausentes todas aquellas novias y novios y sus regalos.

Grabado en las paredes: "Pienso en ella". "Pienso en ti". "Quiero suicidarme". "Quiero amar". "No pido que me quieran, sino que me dejen vivir en paz". "Ruego que no me señalen con el dedo, ruego que no me atormenten". "Es el desconsuelo, es la tristeza". "Piensa en mí, piensa en mí".

Todas las flores marchitas estampando el suelo, como si estuvieran de duelo y se deshojaran sobre las huellas de sus pasos.

A cada paso dado hacia atrás, brota un gota de sangre en la huella recién pisada.