Foto y encuadernación, J.X.
Se
acercó a una mesa situada al fondo del bar, muy al fondo -un poco a
oscuras por falta de luz-, donde estaban hablando dos personas, una
mujer y un hombre, de mediana edad. Él se acercó más y se puso de
rodillas junto a la mesa, casi rozando una de las sillas, y dijo:
“Por
favor, déjenme participar en sus confidencias, déjenme amarles como
si nadie hubiera muerto aún.”
El
hombre y la mujer no escucharon lo que les decía, y sin mirarle
siquiera, llamaron al camarero para que echara a aquel vagabundo lejos
de su mesa..., "si es fuera del bar, mejor", aconsejaron ambos al
camarero. con una sonrisa cómplice.
Pero
antes de que el camarero lo agarrara por el brazo, él se levantó
de prisa y se marchó corriendo del bar.
Con
los latidos del corazón resonando en las manos apretadas, cada vez
más confundido, salió a la búsqueda de otro lugar, de otra mesa y
de otros comensales.
En
busca de otros seres vivientes, no tan indiferentes, que tuvieran la
bondad de escuchar su plegaria, y de corresponder a la oferta de
participar en el descubrimiento de un tesoro: ese tesoro de amor con
que se estremecen los corazones.
(Dicen algunos que ya de joven, a partir del día en que alguien no acudió a una cita primordial para él, de vida o muerte, comenzó a ir por mal camino, y que unos años más tarde se entregaba ya, de manera descarada, a la mala vida propia de un sinvergüenza. Por eso ahora, en su vejez, como redención, iba arrodillándose por los bares ofreciendo a los desconocidos un tesoro de amor, más imaginario que real, puesto que él no sabía lo que era amar. Nunca había querido a nadie y, por esa misma falta de amor, había hecho daño y había traicionado a amigos y amigas. Lo que se dice un perfecto sinvergüenza, que, para redimirse, ahora que es viejo, se arrodillaba en cualquier bar, ante desconocidos, para pagar una cuenta pendiente, una trágica deuda de amor (hablan de una novia muerta). Todo un misterio que no vamos a profanar, como él hubiera hecho.
Cuentan
que, antes de morir, su cuerpo y su alma derramaron tanta sangre que,
desde entonces, la novia muerta yace envuelta en rosas y
sábanas rojas.)