Fotografía: Fuente Mágica de Montjuïc (buenavibra.es)
Dicen
que en Barcelona las fuentes públicas iluminadas y los taxis dejarán
de ser amarillos por razones políticas, puesto que el lazo amarillo
es un símbolo de protesta por el encarcelamiento de políticos
catalanes, lee la hermana del informático en el móvil.
Yellow
submarine, yellow submarine, canta la nieta del anarquista
recordando a los Beatles.
Lo
de los taxis será una broma, ¿no?, pregunta ta vecina taxista.
Sí,
vale, pero la prohibición del amarillo en las fuentes iluminadas ya
lo piden los del PP y Ciudadanos, responde la sobrina de la
peluquera.
Del
rosa al amarillo, una película de Manuel Summers, evoca el
poeta romántico del barrio.
Mi
madre tiene vestidos amarillos para atormentar a un novio actor, no
sé qué se pondrá ahora, bromea la hija de la bibliotecaria.
Tengo
reproducciones de geranios y campos amarillos del pintor Vincent van
Gogh en mi casa, ¿deberé ocultarlos?, pregunta la dueña del bar.
¿Ya
no podré comprar prensa amarilla en los kioscos, con desnudos
rojo-amarillentos?, pregunta un turista inglés.
¡Si
además de amarilllos, son rojos, peor me lo pone!, contesta la
vidente del barrio.
¡Basta
de protestas, nada de amarillos, y punto, ya está bien de hacer el
gamberro con tanto lazo y cartelito!, exclama la cuñada del
dentista.
¡Marchando,
dos cervezas y una de calamares a la romana!, exclama la dueña del
bar.
¡No,
que la cerveza y los calamares a la romana amarillean!, replica el
humorista.