Viñeta: El Roto (elpais.com)
Quien
esté libre de intolerancia, que tire la primera piedra..., comentan
en el bar.
Quien
esté libre de intolerancia, pero libre de verdad, es decir,
dispuesto a dialogar con el peor enemigo o adversario, indica el
politólogo del barrio.
Siempre,
claro está, que el otro no te arroje una piedra a la cabeza antes de
llegar a la cita y te deje sin sentido, añade la sobrina de la
peluquera.
Lo
cual ya sería un sinsentido, añade la nieta del anarquista
pacifista.
Hay
quien se considera muy tolerante y no deja de amenazar y burlarse del
otro, como hace el novio actual de mi madre (llevan una semana y ya
van a una pelea diaria), bromea la hija de la bibliotecaria.
¿El
bromista no era yo?, se queja el humorista.
Ande,
ande, no sera intolerante, ¡y luego dicen que nosotros los
conservadores somos intransigentes!, replica la cuñada del dentista.
¡Bien
dicho!, añade la vecina taxista, que no se sabe si lo dice en serio
o en tono de burla.
Tanto
afán de poder y en pocos años todos calvos, rima el poeta
romántico.
Pronóstico
científico de futura calvicie no discriminatoria, advierte la
vidente.
¿Cómo
dice?, pregunta la hermana del informático.
Significa:
“Dentro de cien años, todos calvos”, y no es un simple futurible
o pronóstico, añade el periodista en paro.
Vale,
pero antes de la calvicie futura, ¡marchando, dos vinos tintos y
doble ración de ensaladilla rusa!, anuncia la dueña del bar.