"Depende, depende..., no, / que ya soy mayorcita e independiente", canta la sobrina de la peluquera.
Niña, querer ser independiente en un mundo globalizado en que todos dependemos de los globalizadores, ¿no es una canción pesada y ridícula?, pregunta la cuñada del dentista.
Niña, querer ser independiente en un mundo globalizado en que todos dependemos de los globalizadores, ¿no es una canción pesada y ridícula?, pregunta la cuñada del dentista.
No
merece la pena serlo, querida, responde la fiscal del barrio, y mucho
menos cuando el hecho de intentarlo ya es de por sí dependiente y
sujeto al derecho del más fuerte y poderoso, del cual toda justicia
depende.
Depende,
todo depende, como cantar Els segadors, salta y dice la nieta
del anarquista. Porque si tenemos una cámara de TV delante y nos
graban, como le ocurrió al filósofo Rubert de Ventós en la
Plaça Sant Jaume, luego nos verán cantándolo en algún telediario y siempre habrá algún periodista que nos lo recrimine y diga,
sintiéndolo mucho, que los filósofos no deben ser sentimentales y
cantar canciones populares.
"Depende,
depende...!", canta también la hermana del informático.
Si cantas
canciones de verano o de invierno o el himno de la selección
nacional de fútbol, no creo que nadie te lo recrimine, aunque
aparezcas con la boca abierta en todos los telediarios, dice la hija
de la bibliotecaria.Chica, que el himno que dices del fútbol no se puede cantar, por falta de letra!, apunta la dueña del bar.
Ah,
no lo sabía, contesta la hija de la bibliotecaria, sorprendida.
Bueno, si no cantarlo, pues silbarlo, que para el caso es lo mismo si se
afina bien y no te independizas del tema melódico central, como decía un exnovio de mi madre, cantante de boleros.
No
se pasen, queridas, que hay una letra estupenda del poeta José María
Pemán, de 1928, y otra cosa es que no se quiera cantar en público, explica la
cuñada del dentista. De todos modos, si te independizas de la
melodía y te inventas la letra, ya se sabe, caes en eso del jazz, y
entonces ya no hay quien pare el libertinaje musical, añade.
Bien
dicho!, afirma la fiscal del barrio. Si rompemos los cánones, todo
está permitido y el desbarajuste es general en toda la orquesta,
cada uno tocando por su lado y destrozando la unidad del discurso
musical, que ya no hay quien siga y pueda silbarlo.
Lo mismo ocurre con esos experimentos poéticos que no quieren depender de la rima y se entregan a un ritmo mal sincopado, desafinado, indica el poeta romántico.
Lo mismo ocurre con esos experimentos poéticos que no quieren depender de la rima y se entregan a un ritmo mal sincopado, desafinado, indica el poeta romántico.
Como
en el Camp Nou, que se independizó el pito y sonó otra melodía!,
salta, ríe y silba el humorista del barrio.
Y Felipe González tocando el pito y la flauta en la orquestina de árbitros del mambo!, anuncia la hermana del informático.
"Corre-ve-iii-dile, que es-to es Al-ba-nia-, correveidile!", canta la cuñada del dentista.
Y Felipe González tocando el pito y la flauta en la orquestina de árbitros del mambo!, anuncia la hermana del informático.
"Corre-ve-iii-dile, que es-to es Al-ba-nia-, correveidile!", canta la cuñada del dentista.
Señoras
y señores, entre cintas de vídeo, cantos de filósofos, políticos del mambo tocando el pito y periodistas tocando la flauta, esto, señores, parece un carnaval de verano!, exclama el politólogo del bar.
“Ayer tarde en TV3 vi llover, / y cantando estabas tú...”, que diría el poeta,
canta el humorista del barrio.
Y
lo que nos espera, la lluvia que nos espera ..., y sin vender un puto
libro!, salta y dice la librera del barrio, muy suelta esta mañana.
Pero
siempre nos quedará la poesía, independientemente de los planes de
agentes y editoriales, independientemente!, advierte y reitera el
poeta romántico.
Y el humor, señores, el humor, con
independencia de los empresarios de teatro y circo, con independencia!, añade el
humorista.
"Depende, depende...!", repite el eco.
"Depende, depende...!", repite el eco.