sábado, 13 de julio de 2024

LLUVIA

 Dibujo: Roc Espinet

Tenía prisa por vivir y llegar cuanto antes a la muerte. El amor lo retrasó, sus pies se detuvieron, hasta que el amor murió. No pudo recuperarse de los pasos perdidos y llegar cuanto antes a la cita con la muerte. Sobrenadó por las aguas más turbulentas, malherido de amor, hinchado, como un pez muerto flotando en el mar. ¿Qué día fue abandonado? ¿Acaso, por su mala vida, no fue absuelto y perdonado? ¿Murió quien podía rescatarlo?

La muerte de otro ser ocupó el vacío que sentía en cuerpo y alma, y lo transfiguró en amor atormentado. Era como si le creciera dentro una flor cuyos pétalos enmarañaban su corazón hasta asfixiarlo. 

Llovía. Entre dudas y gotas de lluvia, ha vuelto a casa con el pequeño ramo de violetas escondido en el bolso. Guardado en el armario, el ramo será para la próxima cita, pasado mañana, con la novia muerta.

Dentro del armario, el ramo de violetas deja prendido a la ropa un olor a piel, a piel ausente, a piel besada y bajo tierra húmeda. Antes de cerrar el armario, besa el ramo de violetas. Como si volviera a besar otra vez aquellos labios muertos.

Aislados por la lluvia, por la muerte, los tres, la novia, el novio y el pequeño ramo de violetas en el armario.




jueves, 4 de julio de 2024

ESTREMECIMIENTO

 Foto: J.X.

Cuando él se estremece delante de la novia muerta, ¿se estremecen también los huesos de ella? -No, no se estremecen, canta la niña que pasea al cuervo.

Dentro de sí, ya no le cabía otra muerte. Excepto un pequeño reducto que sería para la suya-definitiva, no había más espacio en su cuerpo desde que lo ocupó ella, la última muerte. Cada vez con más vida muerta dentro. Cada vez con más muerte viva. Y respecto al alma, a su alma, no sabemos nada.

No podía pensar en otra cosa que no fuera el nombre cuya muerte volvía a la vida gracias al recuerdo, al recuento de los días. “Tanto, tanto, que nunca será bastante”, dice alguien. Dice, ¿quién lo dice? No hay más que decir, que nombrar.

La verdad: si puede escribir tres o cuatro palabras justas al día, ya dispone de suficiente dosis de imaginación para continuar sobreviviendo. La verdad: cada día escasean más las palabras justas.

¿En este poema no falta una flor? -No, no falta una flor, canta la niña que pasea al cuervo.