Foto: J.X.
Ella, que atravesaba bosques y montañas, no pudo cruzar aquel muro oscuro que de pronto le cerró el paso, impidiéndole avanzar.
Ya no podía pasar, ir más allá de los bosques y llegar al mar. En aquel mismo instante, se volvió y comenzó a desandar, a vivir hacia atrás.
Comenzó a morir.
Desandar el camino y aquella súbita vuelta atrás, era como volver a la infancia, pero una infancia muerta, un desvalimiento sin nadie, sin salida.
Vivía el riesgo de estar sola, desde que había muerto el amor.
Todo dejaba de tener sentido, y era como tocar la muerte, palparla carne adentro, hasta tocar el desgarro del corazón, la sangre del alma. a cada momento.
Era la soledad de morir. Ya no podía vivir más, el amor había caído al vacío y ella reclamaba a la muerte y denunciaba sus tejemanejes con la vida.
Cuando muere un amor, todas las flores alrededor de la muerte se marchitan.
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