Foto: J.X.
No sabremos nunca si murió de tristeza y de arrepentimiento por haber amado demasiado, o por no amar bastante.
Los amigos mejor informados opinan que, en un principio, en su juventud, amó demasiado a quien lo abandonó, y que después, con los años, no amó lo suficiente a quien lo arriesgó todo por él y le quiso el resto de su vida, hasta el sacrificio.
Acaso tampoco él tenga toda la culpa, sino la maldita vida y la maldita muerte, o, dicho de un modo más poético, el misterio de vivir, que destroza a su antojo a los seres vivientes como él, extraviados del mundo que avanzan y retroceden por cuevas y laberintos.
Perdidos, tristes, sin amparo, sangrando más de la cuenta desde el principio.
De la infancia a la vejez, de la inocencia a la culpa y a veces el remordimiento, del amor al odio, de la razón humanitaria al crimen político, del sueño a la locura.
Es la vida, nada más.
Hay heridas tan abiertas y profundas en la memoria que se ramifican por todo el cuerpo, alcanzan el corazón y llegan hasta el alma. Solo la muerte podrá cerrarla.
Maldita vida, maldita muerte, decían algunos.
1 comentario:
Charo Lopez
Tesi Rivera
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Carme Rius
Jaime D. Parra
Francisco Cobacho
Amparo Hounie
Mireia Puertas
Josep M. Sala-Valldaura
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Efi Cubero
Jorge de los Santos
Ramòn Lupiañez
Isabel Miñones Caamaño
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