Foto: J.X.
Del horror al desamparo hay un breve y estrecho pasadizo.
En cuanto uno se da cuenta, ya lo ha recorrido y se encuentra en una sala de espera, totalmente desvalido.
No extiende una mano. Es inútil.
Es la sala de espera del infierno terrenal que a todos nos acoge.
Aunque te arrepientas -de lo que sea-, no hay nadie, ni aquí ni allá, que te pueda dispensar el perdón, la esperanza.
Vivir es así, a la intemperie, sin excusa ni perdón que te lancen un salvavidas.
La trampa es la vida. La sala de espera, el desamparo.
Morir, a pesar de todo, es la única salida, la definitiva salvación, aunque sea ilusoria. El reposo es verdadero.
Sin más reclamaciones por lo vivido y lo no vivido.
La novia muerta no espera al novio que va muriendo. No puede esperarlo.
Pero será el reposo de ambos. Con las últimas flores.
1 comentario:
Goya Gutiérrez Lanero
Alberto Gimeno
Ariel Fridman
Efi Cubero
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