Foto: J.X.
Lejos de todo, desvalido. con todos los caminos extraviados y la mirada puesta más allá, tenía la muerte muy cerca, a dos o tres pasos, lo que se dice tenerla a mano, a la vuelta de la esquina.
Aunque deseaba traspasar la realidad y llegar al otro lado, no acababa de decidirse a dar esos dos o tres pasos necesarios para alcanzarlo. Lo iba aplazando.
De tal modo que así fueron pasando los años, en la encrucijada del límite, siempre a punto de franquearlo y siempre aplazado.
Hasta que un día recibió un fuerte empujón por detrás, tan brutal que de una zancada cruzó la distancia de esos dos o tres pasos, dobló la esquina a trompicones y desapareció de la vista.
En la esquina por donde había desaparecido, encontraron más tarde en el suelo, junto a una alcantarilla, una chaqueta con una violeta mustia bocabajo en el ojal. Un amigo íntimo confirmó a la policía que era la misma violeta mustia que solía llevar, bocabajo, en los ojales de chaquetas y americanas. Era, pues, no cabía duda, su chaqueta y su flor invertida.
Esta violeta mustia, invertida en el ojal, era el único rasgo distintivo de su identidad, el testimonio misterioso de sus pasos, de sus traspiés por la faz peligrosa de la tierra.
2 comentarios:
Ariel Fridman
Angel Rodriguez
Goya Gutiérrez Lanero
Pilar Vila
Isabel Mercadé
Jorge de los Santos
Raúl Yagüe Yagüe
Sílvia Darnís
Julie Hermoso
Efi Cubero
Preciosa poesía en prosa que delata el estilo del autor para escribir sobre la muerte y los que desean morir, pero sin ser olvidados, llevando siempre en el ojal de la solapa un ramito de violetas marchitas.
Publicar un comentario