Foto: J.X.
El desconocido del bar me coge del brazo y me dice:“Hoy he visto un polluelo de paloma reseco, que había caído a la calle. Con el zapato lo he apartado de la calzada y lo he retirado contra la fachada de una casa. Al volver a mirarlo he pensado que se parecía a mí, que tengo cada día más cuerpo de pollo reseco abandonado en la calle. Menos mal que llevamos mascarilla y con ella puedo disimular la mitad del rostro reseco de polluelo.”
Esta vez le respondo, y le digo que lo ideal sería, no una mascarilla, sino una máscara que nos cubriera todo el rostro, con los ojos también enmascarados para disimular mejor la tristeza. Como una máscara completa de carnaval.
1 comentario:
La pena es que las máscaras solo pueden ocultar la tristeza, no eliminarla. Si ocultando algo se pudiera suprimir o cambiar, los humanos nos cubriríamos con una funda completa para evitar ser vistos, aunque dudo si esto nos podría hacer felices.
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