martes, 22 de diciembre de 2020

LOS DESCONOCIDOS

 Foto: J.X.

Aquel desconocido del bar me cuenta que un día alguien, otro desconocido -a quien podríamos llamar el segundo desconocido-, le hizo esta pregunta:

Si has sido un canalla como tantos de esta maldita tierra, ¿te puedes convertir en un ángel, en el futuro?”

Y él mismo, el propio segundo desconocido, se respondió: “No deja de haber una esperanza, después, como es lógico, de un proceso de pasión, dolor y muerte.”

Y luego añadió: “Si el único trasto que todavía queda en casa eres tú, ¿a qué esperas para salir y subir al bosque y purificarte en cuerpo y alma?”

Desde entonces, dice el primer conocido, el del bar, que prefiere hablar sólo con desconocidos, y bajar del bosque muy de vez en cuando. 

Así, pues, él y yo, pregunto, ¿qué somos, conocidos o desconocidos?

Bueno, sí, estos últimos días nos hemos visto en el bar, pero seguimos siendo, no obstante, dos desconocidos, y por lo tanto dignos de confianza (“Confío en las flores de los desconocidos”, decía ella). No sabemos siquiera nuestros respectivos nombres, cosa que no importa en absoluto, al contrario, es mejor así, afirma.

Hoy salgo yo primero del bar y me despido del desconocido (le sigo denominando así, el desconocido, porque ambos ignoramos cómo se llama el otro: el otro desconocido).



1 comentario:

una lectora corrent dijo...

Siempre cuesta llegar a conseguir el paraíso que uno desea, y para alcanzarlo lo mejor es conocer a estos desconocidos que, sin conocerte, intuyen y saben, como los espíritus, lo que estás deseando.