Foto: J.X.
desde una hormiga bajo la suela de un zapato,
hasta un corazón cualquiera roto por la ausencia;
desde el hueso y la piel en espiral de un melocotón echado a la basura como un ramo marchito de fruta,
hasta un amor hecho piel y hueso. Todo le duele.
Para distraerse del dolor entra en el bar, a ver si encuentra a aquel desconocido que siempre le sorprende con sus ocurrencias.
Ahí está, en la barra del bar, como esperándole.
Le dice hola y se sienta a su lado.
Al cabo de unos segundos, el deconocido le deja un papel doblado encima de la barra y desaparece.
Es un escrito. Lo lee:
“Todo el amor y toda la muerte del mundo se reducen a dos momentos, a dos instantes: la primera vez que tocas la vida y la primera vez que tocas la muerte.
Después de esos dos momentos, de eso dos instantes sublimes, después de sentir por vez primera a la vida y por vez primera a la muerte, no cabe esperar un sentir más hondo, más desgarrador, donde se concentre todo el amor y toda la muerte del mundo.”
Después de leerlo, vuelve a doblar el papel y se lo guarda en el bolsillo.
Esos espíritus..., murmura, sonriendo.
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