domingo, 5 de julio de 2020

RAMAS ROTAS


Foto: J.X.

(Este texto forma parte del segundo libro de elegías, de poemas en prosa dedicados a la "novia muerta", y dedicados en general a la ausencia y memoria de lo querido, de lo más querido. 
Creo que debo finalizarlo en breve. Sin embargo, por otra parte, una honda superstición me hace temer finalizarlo algún día.
También hay otra opción: dejarlo inacabado, con un final abierto, que fluya libre como un río, como una sinfonía inacabada, a la que siempre cabe la posibilidad, mientras uno pueda componer, de añadirle otra nota más.)


RAMAS ROTAS

Hoy no hay ninguna rama que no sea frágil, que se rompa en las paredes escarpadas del abismo.
Ninguna palabra señalada en las rocas, que te alargue la última o la penúltima sílaba hasta la boca. Con una sílaba sería suficiente para sostenerte unos instantes, a la espera de la palabra.
Pero no hay ninguna sílaba, ninguna rama de arbusto a la que uno pueda agarrarse y sostenerse, aunque sea cabeza abajo.
Todo va hacia el silencio, a decirse en el silencio, a caer al fondo del silencio.
Al silencio. Al fondo del silencio. A decirse en el silencio.

Pero unas voces resuenan en la piedra.
Si no puedes hablar, si tienes la boca llena de extravío y no encuentras ninguna rama ni sonido que detenga la caída...
No balbucees, no farfulles nada más, quédate vacío. Deja que el silencio hable por ti y nos llame, deja que el silencio nos convoque.
Acudiremos, sea cual fuere la distancia, la culpa, la palabra envenenada, o la falta de palabra libertadora.
Acudiremos en el silencio y desde el silencio. Sin palabras, sin preguntas.
Desde el silencio, saldremos de todos los lugares del bosque y acudiremos a sostenerte el alma rota, esos restos de alma extraviados que no pueden hablar, que no pueden agarrarse a una rama del abismo -proclaman unas voces desde el interior de una piedra.

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