Foto: J.X.
En la casa de él, ni una sola voz resuena en los objetos.
La casa es el silencio, que sale de todas partes, como si hubiera un escape, un reventón en las cañerías del silencio de la casa.
Cada objeto olvida su función, cae y se desparrama por el suelo, se derrite.
Ocupado por el silencio, todos los objetos quedan vacíos, inútiles.
No los reconoces, ni ellos se reconocen entre sí. Han olvidado su función. Les falta la voz que los despertaba.
Nos falta la voz, parecen decir. Se quedan fríos, en el silencio, los objetos y él.
Les falta la voz.
1 comentario:
Cuando la voz ya no existe, pero se esconde en nuestro cerebro para quedarse como un recuerdo en nuestro corazón, él desea que los objetos le hablen con la voz de la ausente. Como no lo consigue, los objetos se vuelven inútiles, tal y como se siente él desde que está solo.
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