"Els
Jardinetes de Sant Pau": Lo que antes era el Barriochino
profundo, entre la calle de San Pablo y la calle de las Tàpies. En la calle San Pablo estaba el Cine Diana, y en la otra calle, en las Tapias (como decíamos de niños, callejeando
arriba y abajo e investigando en lo obscuro), era donde estaba el local Barcelona de Noche. Más tarde,
ambos locales fueron lugar de encuentro de intelectuales y "pijos"
en busca del sabor popular y exótico, en fin...), la famosa, la monstruosa -casi película de terror para la mirada de
los niños más pequeños del barrio-, prostitución barata,
callejera.
"Mujeres de la vida", decían nuestras madres. Mujeres en decadencia, mayores, borrachas, enfermas, que ya no las querían en los bares y las expulsaban de los prostíbulos de la calle Robadors, muchas de ellas vecinas del barrio, o que venían del otro lado del Paralelo, de la llamada "Tierra negra" (en alusión a las viejas carboneras del puerto), detrás de las Tres Chimeneas, cuando algunos aún no sabíamos que los mayores, los hombres, llamaban "pajlleras" a aquellas mujeres.
"Mujeres de la vida", decían nuestras madres. Mujeres en decadencia, mayores, borrachas, enfermas, que ya no las querían en los bares y las expulsaban de los prostíbulos de la calle Robadors, muchas de ellas vecinas del barrio, o que venían del otro lado del Paralelo, de la llamada "Tierra negra" (en alusión a las viejas carboneras del puerto), detrás de las Tres Chimeneas, cuando algunos aún no sabíamos que los mayores, los hombres, llamaban "pajlleras" a aquellas mujeres.
Aunque
yo era, por nacimiento, de la calle Escudellers y de la Plaça Reial
(Escudillers y Plaza Real, durante el franquismo), tenía unos amigos que vivían en el corazón del Barriochino, en la calle San Martín y en la calle San Jerónimo (cuántos nombres de santos para la Barcelona más pecadora, dirán los de otras parroquias), y cuya amistad
conservo. Todos cruzábamos a diario la frontera
de las Ramblas, de un lado a otro, de un barrio a otro, el mundo de
Ciutat Vella, mañana y tarde, cuando no había escuela, o aunque la
hubiera.
Éramos imparables en busca de aventuras secretas, futbolines, plazoletas y cines, lejos de las familias, aunque tarde o temprano nos descubrían saliendo de un cine o jugando al futbolín en el Bar Tequila, de la calle Escudillers, o en las Atracciones Apolo, del Paralelo.
Éramos imparables en busca de aventuras secretas, futbolines, plazoletas y cines, lejos de las familias, aunque tarde o temprano nos descubrían saliendo de un cine o jugando al futbolín en el Bar Tequila, de la calle Escudillers, o en las Atracciones Apolo, del Paralelo.
Todo
esto y otras cosas ocurrían en estos viejos barrios, cuando aún no
fumábamos tabaco rubio y no estábamos enamorados..., aunque ya no
faltaba mucho para que la realidad se complicara por las noches y nos
fuéramos distanciando de unas calles para ir a otras, más juveniles
y de moda. Más o menos, como ahora, salvando las distancias, las
comodidades y los peligros que, a pesar de todo, nosotros no
conocimos.
Fotografías: Joan Ferrer (Atracciones Apolo, 1975) y Oriol Maspons (Calle Escudellers).
La otra, la de las Tres Chimeneias, es de un fotógrafo cuyo nombre no he podido localizar.
La otra, la de las Tres Chimeneias, es de un fotógrafo cuyo nombre no he podido localizar.
4 comentarios:
Alberto, he leído tu reseña de nuestras calles y nuestro tiempo.
Te has dejado una fotografia gloriosa del cine Hora, en el Paralel, más cercano al puerto, junto a las Tres Chimeneas.
Aquello era la dimensión desconocida y era un local que aprovechaba unas tapias altas del complejo de las Tres Chimeneas
Incluso para nosotros los niños del barrio chino era un local misterioso, más incluso que las películas que allí echaban, era como una parte oculta del barrio
También del cine Diana conservo muchos recuerdos y yo llegué a ver varietés en los descansos, como el hombre que salía disparado de un cañón, e incluso recuerdo las últimas películas que vi allí, como "Las minas del Rey Salmonete".
Creo que la década de los años 50 para mí fue la mas gloriosa, pues ni vivimos la guerra ni la II guerra mundial. Ni AÚN NO HABÍAN LLEGADO LOS MODERNOS AÑOS 60 que nos despertaron de nuestros sueños de tebeos
Vivimos con los juguetes de latón de los años 30 hasta que llegó el plástico, con la mejor época del cine americano para los niños, y aquellos cuadernillos y tebeos con dibujantes que parecía entendían nuestras fantasías. Y DE REGALO, LOS ALMANAQUES DE NAVIDAD.
Aquel tiempo se fue, y para rematar al muerto vinieron las dichosas Olimpiadas de Barcelona, que desde entonces lo que quedaba de nuestra Barcelona se lo llevó el viento.
Anna Babra: Por motivos distintos, ese fue un mundo que también conocí.
Mariarosa Compta: Vells temps!!
José Garvi
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