Si
quieren pasear por el Born y fisgonear las piedras vivas y las
piedras muertas del barrio, después del ajetreo de la “Diada” y
el agosto salvaje-turístico, es recomendable hacerlo a primera hora,
cuando el turista duerme (con la mona, no del parque).
Con las
tiendas de moda cerradas y algún horno abierto, sólo te encuentras
con algunos vecinos resistentes, muy pocos, que van al trabajo o
salen a pasear un rato. Pasar de una calle a otra atravesando el Born por dentro -el antiguo Borne, mercado de frutas y verduras, hoy museo, centro cultural (museo de la discordia, a veces)-, puede ser un respiro, un reposo, si
tenemos en cuenta la lucha que nos espera más tarde, dentro de un
par de horas. Contemplar las ruinas, mirar los restos de escaleras,
pozos y silos de las casas y calles que datan del 1700.
Si
los vecinos muertos levantaran la cabeza, no reconocerían nada de
este barrio, ni siquiera la iglesia de Santa María del Mar, sobre
todo a partir de las once de la mañana, más o menos, hora fatídica
en que ruge la marabunta e invade otra vez, cada día, todas las
calles de Ciutat Vella.
Es
entonces, a esa hora, cuando hay que estar preparado y esconderse lo
antes posible y desaparecer entre las calles más recónditas, las
menos frecuentadas (secreto de vecinos), aunque en verano la
deserción y fuga puede resultar tarea vana: ahí están otra vez,
viniendo de frente, columnas de veinte a treinta personas. Avanzan a
pie, en bicicleta o en patinete eléctrico y otros artilugios, a las
órdenes de mando de una voz chillona, el supuesto guía turístico
que va echando a los vecinos a un lado de la calle, sin aceras adonde
subir y resguardarte del acoso por unos instantes.
Es
justo entonces, o mejor un poco antes, cuando hay que llegar
corriendo a una de esos callejones secretos, sin tiendas ni bares de
moda (aún), calles abandonadas a su suerte, generalmente destinadas a
urinarios nocturnos, pero que son las únicas que permiten a los
vecinos llegar vivos a su casa, con cierta tranquilidad. Aunque nunca
fuera de todo peligro, en especial al doblar una esquina, donde toda
precaución es poca. (Y esperando que el vecino de turno, nativo o
exótico, no tenga otra fiesta hasta las tres de la madrugada).
Avanzan sin piedad millones
y millones de pantalones cortos, por los que asoman bragas y
canzoncillos Calvin Klein y otras marcas de moda. Con una sed, hambre
y delirio turísticos que ni los mejores psicoanalistas lacanianos
argentinos, que viven en Barcelona, saben interpretar.
Pero
hay que ser valientes, salir y arriesgarse a que te pille una máquina
eléctrica, como dice una vecina, la nieta del anarquista, que vive
en la calle Argenteria, la misma calle donde también vivió el poeta
catalán anarquista Joan Salvat-Papasseit.
3 comentarios:
Ramon Bosch Boada: Marasme! i espant davant el col·lapse de la hipermodernitat!
Me gusta · Responder · 23 h
Jean Potiron: Es fotut si aixó del Turisme , peró de moment son els sous del Turisme els que paguen moltes pensions via seguretat social . La veritat noes massa poetica Oiiii.
Me gusta · Responder · 22 h
Ramon Bosch Boada: Dotze hores en una cadena de producció , i el diumenge, dues hores damunt d'una moto de més de 200 cavalls L'home convertit en la ràbia del motor, limitat, esclar, de velocitat. O milers, la grassada, amb pantaló curt consumint sucre o...defecant a la platja mentre les caques suren com frankfurts color mostaza i ketsup. i visca . Visca, aquella gran festa americana i que no s'acabi mai. Tots ja a punt d'assolir la panspèrmia com la grand veritat.
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Jean Potiron: No es una festa americana , es una festa espanyolera , bé podrià ser americana pero de Rio Grande cap avall . De Rio Grande cap amunt no acostumen a defecar a la platja .
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Amparo Hounie: Desayunar en alguna granja del carrer petrixol era otro paraíso ¿perdido?
Me gusta · Responder · 22 h
Ramon Bosch Boada Paraiso?: ja no quedan ni en el Ártico!
Me gusta · Responder · 21 h
Angels Pal: Después de todos los comentarios, sólo me queda decir, es una verdad como un templo. El domingo pasado por la mañana fue terrorífico pasear por allí !
Me gusta · Responder · 21 h
Un lector coriente: Aún quedan las dos granjas clásicas. Una, la "Dulcinea", es la que más me gusta.
Me gusta · Responder · 18 h
Otro lector corriente: Sí, puede ser horrible a ciertas horas.
Me gusta · Responder · 18 h
Otro más: Creo que soy el vecino que da más rodeos para llegar a casa.
Me gusta · Responder · 1 · 18 h
Un veí: No sé fins quan durarà aquesta bombolla, Jean Potiron.
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Mònica Pagès Santacana: És exacte!
Me gusta · Responder · 14 h
Un altre veí: Sí, ocupats.
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Osías Stutman: Texto realista, exacto en todo detalle y aterrador porque los pantalones cortos se expanden por toda BCN
Me gusta · Responder · 1 · 9 h
Un lector corriente: La marabunta, avanzando.
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Albert Tugues
Mireia Puertas: Tinc colzes de tennista d'obrir-me pas per arribar al metro de Jaume I o de Liceu entre turistes mal educats i que no saben circular...
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Veïna: La Mireia, que ho sap, esportiva.
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Carme Rius
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Jean Potiron: Jo, fas dos anys que treballo per aquesta zona , i és veritat cal fer servir colzes , però si passes per dins del Born , tot es més tranquil.
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