lunes, 14 de enero de 2013

DE LA POBREZA A LA PICARESCA

 Fotografía: Janet Xirgu,  Molde de escultura abandonada en la Plaça Sant Just, de Barcelona

El escritor Javier Pérez Andújar (al que aprecio y me gusta leer), en el diario "El País" (12.1.2013), escribe un estupendo artículo titulado "Ser pobre en la vida", y, aprovechando que asiste como invitado a una cena en el Hotel Palace, de Barcelona (antiguo Ritz) donde se otorgan los premios literarios Nadal y Josep Pla, hace un crítica de la pobreza, de la sociedad del espectáculo y de esas autoridades que asisten a la ceremonia de los premios, que están situados en un salón aparte, como explica él mismo en el artículo: "Mientras, en la ceremonia, el presidente de la Generalitat, dos mesas de autoridades y altas esferas (se llaman esferas porque se les hace la pelota), y un montón más de invitados que les tocó, cenaron en un salón apartados del resto de la concurrencia y siguieron por pantalla la entrega de los premios. Así es como el poder vive la realidad, excluyéndose de ella. Sumido en su absolutismo".
En un primer momento pensé que se trataba de un artículo sobre el absolutismo y la revolución francesa, pero no, era un artículo sobre la simple entrega de unos premios literarios, cuyos organizadores habían alquilado unos salones, en un Hotel de lujo, para la cena de rigor, como se hace siempre para celebrar esos premios amañados de las grandes Editoriales. 
Y me sorprendente que Javier Pérez Andújar, escritor rebelde con causa, no comente nada sobre la farsa de esos premios, sobre el poder excluyente, no sólo de las autoridades políticas y económicas, sino también de esos miembros de la alta cultura que se mueven a su alrededor como haciendo las voces del coro (o del ruido), ya que, podríamos preguntar, ¿qué poetas, novelistas y críticos de Barcelona están invitados a esas cenas de alto postín, como se decía antes? ¿Cuál es el sistema de selección? ¿Se mide por la calidad o la venta de sus obras, o por el mero protagonismo mediático? 
Y si todo es farsa, relación y premios amañados, ¿por qué no se denuncia? 
Por otro lado, el artículo habla de "ser pobre en Barcelona", como si la pobreza en esta ciudad fuera casi un "estado de excepción", donde no podemos llegar a un trabajo por no tener siquiera unas monedas para el metro o el autobús, donde, dice, hay que "dejar de optar a un trabajo por no tener pasta para el transporte". Un poco exagerado, ¿no? 
Por otra parte, como el artículo hace un catálogo detallado de la "corte de los milagros" de los pobres y miserables de Barcelona, algunos vecinos de Ciutat Vella argumentan que hace ya un tiempo que se arrastran por las Ramblas barcelonesas algunas personas deformes, como ese hombre que anda a cuatro patas por el metro y por la calle y, más tarde, lo pasan a buscar los de su clan, se incorpora un poco y lo hacen desaparecer andando con una muleta o en una silla de ruedas.
O como esa mujer vestida de negro (la de la fotografía), andando por la calle lamentándose o sentada junto a la Catedral, fingiendo ser muy encorvada o paralítica (depende de los días) y haciendo ver que llora y se exclama, tomando el pelo a turistas y paseantes ingenuos, y que, de pronto, se levanta de un salto milagrosamente y empieza a correr cuando alguien de su grupo la avisa de que se acerca la Guardia Urbana. 
Y también ese muestrario de muñones auténticos, la mayoría mutilados de las guerras civiles del Este  y controlados por grupos de exmilitares eslavos y delincuentes rumanos, albaneses, servios, croatas,  etc., de sus propios países, ese mismo clan de hombres y mujeres que estafan a los turistas y a los españoles bobos con el juego del cubilete y otras loterías, estafas y trampas destinadas al ciudadano listo que quiere engañar a los otros listos organizadores de la timba (estoy de acuerdo en que se debe distribuir la riqueza, pero creo que habría que buscar otros modos de hacerlo en lugar del pillaje puro y duro).   
Es decir, que esa miseria tan espectacular no es sólo a causa de la crisis actual que vive España (hace años que en mi barrio la gente va a los supermercados por la noche y a los centros asistenciales a buscar comida, aunque es verdad que ahora ha aumentado mucho la afluencia de gente). Ni la Generalitat de Catalunya (a la que ahora se ataca y se humilla más) tiene toda la responsabilidad de esos grupos de pobres y miserables que se arrastran por las calles de Barcelona y que viven en las peores condiciones controlados por una mafia de la pobreza, que realmente existe y la policía española, la municipal y la de la Generalitat lo saben y no sé por qué no se acaba con ella. 
Además, no veo que los pobres españoles se arrastren de ese modo ni enseñen los muñones en público, aunque los tengan, mientras otros cenan en el Hotel Ritz o Palace, en mesas excluyentes, como dice muy bien Javier Pérez Andújar, todos ellos algo lejos de donde la ciudad cambia de nombre, como decía Francisco Candel, y cuya verdadera entraña desconocen los turistas y los paseantes de domingo. 
Hay que proteger a los nuevos emigrantes, pero protegerlos de verdad, con medidas prácticas, y no poniendo en primera línea publicitaria a los más farsantes, a los más banqueros y políticos de esa nueva clase de picaresca urbana. 
Fotografía: mtvo-lasmentiras.blogspot.com






3 comentarios:

javier pérez andújar dijo...

El caso de la persona que no tenía dinero para el transporte y no pudo ir a una entrevista de trabajo es real y no único. Si visitas las bolsas de trabajo de La Mina, San Roque, y otros barrios, te contarán cosas aún peores. Mi mujer trabaja en una de ellas y cada día me explica un montón de historias así, a las que tiene que atender. Encima, la Generalitat está cortando las partidas de estas bolsas, que es donde se ayuda a la peña que no puede encontrar trabajo por sí misma.

comentarios en Facebook dijo...

A Tina Sainz, Esther Zarraluki, Juan Guillermo Gaviria Riaño y 11 personas más les gusta esto.

Maria Dolores Gonzalez Calvo:
La realidad descarnada bien expuesta, don Albert!! Muchas gracias.
Ayer a las 9:47 ·

Francesc Cornadó: Y comieron como cerdos, mientras en la Rambla unos voluntarios servía sopa calentita a los pobres que no tienen que comer.

comentarios en Facebook dijo...

A.T.: Pero también en la Rambla y otras calles del Barrio Gótico hay una organización que controla a los que piden limosna, mendigos rumanos, albaneses, etc., que los sacan y meten por las esquinas sin ninguna contemplación. Y los hacen desaparecer de la vía pública cuando ya no les interesa y ponen a otros a pedir limosna, con más muñones reales, con brazos o piernas cortadas, con deformidades, pero también los hay con parálisis fingidas, que saltan y comienzan a correr cuando ven a la Guardia Urbana.
Existe también una "prostitución" de la mendicidad, de los mendigos, una explotación de muchas de esas mujeres y hombres que piden por las calles a los que explotan los "macarras" de la delincuencia. Y los del barrio sabemos quiénes son y la policía también. Pero nuestra querida Constitución sigue protegiendo los derechos de los "explotadores y macarras". Y no todo viene dado por la crisis de ahora. Hace ya tiempo, por ejemplo, que una monja anciana iba al Mercado de la Boquería a recoger las sobras de frutas y verduras para hacer sopa para los pobres. Hace ya un tiempo que había gente que iba a buscar comida a los supermercados cuando cerraban, pero esto aún no era noticia.
Ahora la pobreza se ha multiplicado con la crisis, y los medios de comunicación y sus lectores y televidentes, por fin, se han enterado de lo que viene ocurriendo en la calle.