A
veces, me parece que me equivoco de folletín
y
le digo a una anciana innoble lo que le corresponde a mi pareja,
le
digo a un niño de meses lo que le corresponde a un gato,
nadie
se inmuta, a lo sumo a la anciana le tiembla el pulso,
el
bebé se agarra con más fuerza a mi dedo y mi pareja ni se entera.
A
mi pareja hace tiempo que desistí de contarle nada,
ese
debe de ser el motivo de mi confusión,
y
cuando me animo a decirle algo le digo lo que le diría a una
anciana,
a
un gato, a una criatura, al veterinario, a la oculista, al acupuntor;
el
resultado no es muy catastrófico, apenas se entera, sonríe o se
ofende.
Debo
reconocer que estas reacciones ya las tenía antes: es casi
inmutable.
Y
lo que podría ser una virtud acaba por ser un fastidio
porque
cuando nos peleamos, no sé si lo hago con el gato o con la oculista,
y
cuando hacemos el amor no sé si lo hago con el veterinario o el
loro,
1 comentario:
Bravo, otra poeta colaboradora con un espléndido poema satírico. EL Club de las Sátiras y los Sátiros va creciendo.
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