Foto: Judith Xifré
I
Hay palabras que se dicen
y no se piensan.
Hay palabras
que no se dicen
y se piensan.
Hay palabras
que no se dicen
ni se piensan,
pero que están,
ahí,
enigmáticas,
sigilosas,
formándose,
lenta,
muy lentamente.
De modo que un día
puedan ser sentidas,
neblinosas aún,
adentro,
para formarse del todo
y ser pensadas
y dichas,
o no.
II
Así como nace, vive y muere
el amor de la infancia,
acaso pueda resucitar
en una edad juvenil,
puro aún.
O ya en una edad tardía,
transformado,
hacerse sentimiento
y palabra,
y decir,
o no,
el amor.
III
Un golpe de viento,
tormentoso,
se llevó
el único fruto
del árbol de un jardín
clandestino.
Nadie
podría quitarle
la piel,
ni saborear
la pulpa
hasta el corazón del hueso.
Pero alguien,
que lo había visto
y tocado,
conservaría siempre,
deslumbrado,
la ausencia
en los dedos,
encendida.

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