Foto: J.X.
Todos los restos de amor vienen de la sangre amorosa.
Del nacer o de la muerte, viene la sangre amorosa y te estigmatiza, manchándote el cuerpo, ensangrentando el alma.
Se derrite como el hielo, río abajo, en el mar, la concepción de todo aquello que perturba el amor del vagabundo y la novia muerta.
Lo que día a día existe lleva la mancha de la sangre amorosa en el cuerpo. Tampoco es justamente una mancha, sino el estigma que dejan en el costado del corazón las cinco flores que aprietan la herida abierta, empapándose de la sangre amorosa que las flores gotearán en los labios de los amantes difuntos.
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