viernes, 22 de diciembre de 2023

“LÁGRIMAS PARA LOS OJOS SECOS”

Foto: J.X. 

Espera. Espérate. Espérame. Esperemos.

Conjugar el verbo “esperar”, en cualquier tiempo, resume toda la felicidad e infelicidad de este mundo.

Todo comenzó, para él, esperando en vano en una esquina.

Rechazo. Desengaño. Ausencia insoportable.

Así aprendió a morir, a desesperar, a matar el amor que había descubierto. Amor y muerte.

El suelo tenía una alfombra estampada con flores, unas orquídeas descoloridas, avergonzadas de ser flor pisoteada, y que se fueron cubriendo de sangre. Flores de alfombra empapadas de sangre.

No podía esperar más. Pero le obligaron a esperar.

Esperó, pues, otra vez.

Y tuvo una segunda oportunidad amorosa, una bella, larga y compleja realidad amorosa, donde ambos crecieron y se descarriaron, pero supieron esperar, y el amor resistió. Esta vez hubo suerte: todas las heridas, por fuera y por dentro, se transformaron en amor indestructible.

Hasta que llegó la muerte.

La ausencia insoportable, otra vez, una ausencia mortal.

Un cartel anunciaba:

“Lágrimas para los ojos secos, lágrimas con descuento, en la farmacia de enfrente".

Amor en el vacío, amor puro, amor vacío. Sin palabras, sin piel, sin nada. Bueno, y qué, y qué.

Quién empuja a quién, cuando hace demasiado tiempo que caminas por el borde del abismo.


No hay comentarios: