Foto: J.X.
Cada día musitaba un canto de expiación a una parte del cuerpo de la novia muerta, con el desolado afán de revivirlo y reanimar, trozo a trozo, su alma.
Todo esto ocurría y se celebraba en un lugar remoto del bosque, lejos del mundo conocido, muy lejos de la culpa y el desamor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario