jueves, 14 de abril de 2022

LA RENDICIÓN

Foto: J.X.

Cuando el cuerpo se rinde, sin fuerzas, exhausto,

y el alma se escapa escaleras abajo y huye por la calles hacia el bosque, hacia el mar,

también se escapan, también huyen todas las palabras

que se habían ido acumulando en la memoria,

a veces como un tesoro, a veces como una carga.

El cuerpo, entonces, ya no podrá vivir por sí mismo,

y cualquier ayuda solo servirá para mantenerlo así,

rendido, sin fuerzas, exhausto,

herido de muerte por la huida del alma, fugitiva, que se ha escapado a lo lejos, a lo desconocido.

Tampoco el poema, al querer iluminar esa rendición, esa pérdida del espíritu vital, esa huida del alma,

podrá ir más allá, y cada una de sus palabras rozarán el suelo, se romperán contra la pared, sílaba a sílaba, desorientadas, impotentes,

y caerán, besarán el suelo, golpeadas,

vencidas como el cuerpo.

Y se hará el silencio, el dolor de lo inexplicable.

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