Foto: J.X.
Una día después de Sant Jordi, celebrado ya el día del libro y la rosa, él se ajusta la mascarilla contra la pandemia y sube al autobús, que ha de conducirle al cementerio donde, en el jardín de la entrada, el kiosquero de las flores le venderá dos rosas, componiendo un pequeño ramo.
Después, él se dirigirá al lugar de la cita donde le espera su novia, dispuesta ya a bailar un vals entre los difuntos que salen a tomar el sol del mediodía, bajo las nubes blancas que cruzan el azul.
A causa del viento y la lluvia de ayer, hay ramas y agujas de ciprés extendidas en el suelo, que, con los ramos de flores deshojados por el viento, tejen una perfumada alfombra donde los novios se deslizan con ligeros pasos de baile.
El novio tiene una cruz tatuada en el brazo izquierdo. La novia le muestra un puñado de flores de tilo para limpiar la sangre reseca.
2 comentarios:
Así es seguro que la novia estuvo muy cerca de él.
Dos rosas, bajo las nubes blancas que cruzan el azul,
tejen una perfumada alfombra con ligeros pasos de baile.
Una cruz tatuada, un puñado de flores, la sangre reseca...
A.T.
"Reunir lo disperso/encontrar la Palabra perdida"
René Guénon.
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