Foto: J.X.
Entra en el bar y me pregunta:
“Quien ha muerto de amor, ¿no muere aún del todo, esperando la visita de la amada o del amado que malvive con el peso de la ausencia?
Los muertos de amor imposible que aguardan esa visita, ¿morirán del todo cuando llegue a su lado la amada o el amado que va muriendo por esa misma clase de amor imposible?”
No sé qué decir, y nos damos un abrazo al salir del bar, en la calle, como dos amigos desesperados que se despiden antes de separarse y morir. O como dos enamorados envenenados de amor imposible, desconsolados, que solo podrán encontrarse en el refugio de las últimas flores, perfumados de muerte.
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