Foto: J.X.
Entró en el bar y me confesó: "Todo cambia y todo comienza de nuevo el día en que la persona que vive a tu lado quiere morir porque su cuerpo no puede seguir sus propios pasos. No puede, su propio cuerpo, andar con ella a través de los bosques, de los ríos y el mar.
Ambos empezáis a caminar más por el vacío del otro lado que por las calles de éste.
Día a día, noche tras noche, dando la mano a la persona que vive contigo y quiere morir, bajáis y subís del otro lado.
Un paso tras otro, interminables pasos, hacia allí, hacia allá, cruzáis el límite, hacia ningún lugar, donde se acumula todo lo vivido, todo lo perdido.
Y nadie se cuidará de las flores, excepto el basurero contratado para que vaya al otro lado a recoger las últimas flores.
Sin embargo, hoy aún podéis regresar a este lado.
Es solo el comienzo.
Pero un día ella se soltará de tu mano, se irá al otro lado y tú regresarás solo a esta calle, a esta casa.
Entonces comenzará la soledad del cuerpo y el alma, y el terror de vivir, merodeando por las esquinas del vacío, con todas las calles desérticas, a oscuras, sin saber qué hacer, palpando ausencias en un largo entramado de paredes blancas, en busca de una luz.
Toda la tristeza del mundo acumulada en la punta de los zapatos, en los dedos de los pies, que no dejan de extraviarse de un lugar a otro."
Así me lo dijo. Aunque apenas nos conocíamos. No supe qué responderle. Me quedé sin palabras, y con su tristeza.
1 comentario:
Ariel Fridman
Ramón Serrano Balasch
Mireia Puertas
Ramon Bosch Boada
Francisco Cobacho
Efi Cubero
Isabel Mercadé
Raúl Yagüe Yagüe
Jorge de los Santos
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