Foto: J.X.
Llega un momento en la vida en que debes pararte.
Es ya tiempo de atender al trabajo que la tristeza está haciendo en ti.
Iluminar y ordenar la ferocidad o la placidez de las heridas (también suele haber heridas plácidas en las esquinas de la desolación).
Acudir al trabajo de la tristeza, sin un horario fijo ni un límite determinado. Pactar con ella los horarios de luz y tinieblas.
El cuerpo será la oficina que amenace ruina y donde se experimente el método de trabajo de la tristeza.
En el alma, en lo que resta de ella, se ocultan las últimas flores.
Están esperando. No te preocupes. No te abandonarán.
2 comentarios:
Mireia Puertas
Coco Rodriguez Margalef Rodriguez Margalef
Alberto Gimeno
Jorge de los Santos
Anabel Rojo Dommering
Montserrat Olivés Miret
Efi Cubero
Isabel Mercadé
Inma Arrabal Cano
Lolitalagarto Bis
Jaime D. Parra
Raúl Yagüe Yagüe
Maria Carme F. Roglan
Una bella descripción de la vejez, la muerte y las flores de resurrección.
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