Foto: J.X.
Se lo habían dicho de joven, muchas veces: “Vayas adonde vayas, siempre serás una extraña, mal recibida.”
Su cuerpo se fue resecando, cada día más puro hueso y piel. Se alimentaba como podía y vivía con pocas palabras.
Andaba de un sitio a otro como si arrastrara una bolsa de trapos viejos.
O como si un trapo viejo le hubiera entrado en el alma en busca de refugio, también él, el trapo viejo, buscando un lugar en su corazón.
Tenía el cuerpo reseco, pero no había perdido la ternura.
2 comentarios:
Muy mal debe estar un ser humano cuando busca como compañía un trapo viejo que, aún rebosando de ternura, sin duda añora la calidez del contacto de una piel suave.
Margarida Trias
Ramòn Lupiañez
Goya Gutiérrez Lanero
Angel Rodriguez
Jorge de los Santos
Ariel Fridman
Angel Terron-Homar
Josep Anton Soldevila Torrella
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