Foto: J.X.
I
Pese a todo, seguía caminando.
Se tapaba los ojos para no ver, se tapaba los oídos para no escuchar a los humanos. A veces tropezaba, pero seguía adelante, seguía caminando, con una flor mustia en el ojal de la americana.
“Así no se puede vivir”, le decían algunos.
Justamente por eso, porque “así no se puede vivir”, para no escuchar frases como ésta, se tapaba los oídos y se tapaba los ojos para seguir avanzando, con una flor mustia en el ojal, camino a ninguna parte.
II
Mire donde mire, oiga lo que oiga, ya sea de modo personal o escuchado al azar, todo, todo se ramifica hasta la nueva estancia desconocida de la novia muerta.
Con una figura en espiral de rosas blancas señalando los senderos y atajos que conducen de un bosque misterioso a otro, con una sombra de resplandor al fondo, cruzados todos los ríos y lagos del camino a ninguna parte.
1 comentario:
Hermoso relato, triste, pero con una luz de esperanza. Otro poema en prosa.
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