Foto: J.X.
Todas
las palabras se reúnen en el desierto y dejan de hablar.
El
clamor del silencio levanta una tormenta de arena que arrastra a
todas las palabras hacia un límite desconocido.
Al
cabo de un tiempo, desde un lugar remoto, que no es el cielo, cae una
lluvia fina, pertinaz, que durante meses moja toda la tierra con
nuevas palabras.
Se
reúnen en el desierto y hablan, las nuevas palabras.
Los
cuerpos, las almas y los espíritus lo celebran organizando un baile
ritual, con música de acordeón. Un acordeón solo en el escenario,
cuyas melodías dignifican la sangre derramada y quitan el polvo de
todos los rincones del planeta.
Salen
también a bailar los novios y las novias muertas con los novios y
las novias que aún viven.
No
salen a bailar y se mantienen al margen, taciturnos, rencorosos, los
malos novios y novias. Están ocupados limpiando las últimas manchas
de sangre del suelo y recogiendo el polvo de los rincones. En todo
caso, vendrán más tarde, si quieren.
Entonces,
una vez limpiadas y curadas las heridas, sí que podrán participar
todos del nuevo baile ritual.
De
pronto, cambia todo el escenario. Es otro mundo. No de sangre
derramada. Es otra sangre, una sangre amorosa.
(Aquí
no cae el telón: no es un teatro.
Ni
tampoco despiertas: no es un sueño.
Es
otro mundo: el mundo de la sangre amorosa.)
1 comentario:
Un recorrido de palabras transitando por penas y esperanzas que van a parar al mundo de la sangre amorosa.
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