Foto: J.X.
Nuevo
confinamiento en la ciudad, esta vez sólo recomendado, de momento.
Tampoco
hoy, pues, él podrá cambiar la rosa blanca en la estancia de la
novia muerta.
Cuando
los dos no están en el bosque de los espíritus, todo les aleja,
todo les separa cada vez más. Sin la mediación de la flor, no
pueden encontrarse en ningún sitio, en ningún otro lugar, fuera del
bosque.
El
confinamiento de la ciudad es, para ambos, un doble confinamiento.
Por
eso huyen otra vez al bosque de los espíritus, donde al menos es
posible soñar sin los vigilantes de la vida y la muerte. Ejércitos
de vigilantes que, si abres los ojos a destiempo, cuando no es
debido, te amenazan para que vuelvas a cerrarlos.
Te
prefieren dormido o muerto, y que no despiertes, a no ser que ellos,
los vigilantes, te ordenen despertar (por alguna razón oscura,
siempre).
Malos
tiempos para vivir y morir, malos tiempos para amar y dolerse.
(El
cuerpo y el espíritu de ella rebosaban bosque y mar.
Él,
por el contrario, tenía el cuerpo y el espíritu invadidos de
angustia y abandono.)
Ambos
huyen al bosque, desde cuyas alturas se ve todo el horizonte y el
mar, sin fondo...
2 comentarios:
Ante tal situación de vigilancia permanente, de confinamiento , de recomendaciones que impiden un encuentro amoroso que se hace imposible sin la rosa blanca, huir al bosque desde cuyas alturas se ve todo el horizonte y el mar, sin fondo, es una solución hermosa
para poder seguir juntos con toda libertad.
Este relato es de los mejores: TENDREMOS QUE PEDIR PERMISO PARA VIVIR O MORIR.
Resume muy bien a donde hemos LLEGADO SIGILOSAMENTE, nos han llevado sin darnos cuenta, y no han sido los espíritus del bosque, precisamente
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