Foto: J.X.
El
espíritu que resbala al pisar una flor o una hoja, nos cuenta hoy
una experiencia de su vida anterior.
Antes
de llegar al bosque de los espíritus, es decir, cuando aún no era
espíritu -explica-, descubrí que si llevas agujereados los dos
bolsillos de los pantalones o de la chaqueta (mientras sean dos
bolsillos interiores, no importa la prenda que sea)..., a través de
esos dos agujeros que sólo tu conoces y nadie puede ver, se va
escapando, por uno de los bolsillos, el dolor y la tristeza, y, por
el otro, la ausencia y el abandono.
Te
agradezco el consuelo de los bolsillos agujereados, por donde, es
verdad, todo se escapa y se pierde, como si fueran llaves o monedas.
Pero no me creo que el dolor y la ausencia se cuelen por ahí, y
además huyan y se vayan a otra parte, responde él, el doliente.
El
doliente que fue adoptado hace meses por los espíritus cuando lo
encontraron entre las flores, en el cementerio marino, bebiendo unas
copas con la novia muerta. Brindando con discreción, sin llamar la
atención ni de los vivos ni de los muertos.
No
es cuestión de fe, de creencia, sino de tiempo, que todo lo gasta,
que todo lo agujerea, como los bolsillos donde se acumulan las púas
del dolor, añade el espíritu que resbala con las hojas y las
flores.
1 comentario:
Por el mundo camina a altas horas de la noche una legión de hombres con los bolsillos agujereados. Pero llevan los pantalones muy buen puestos, con un abrazo. X
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