En
tiempos de tribulación, no hacer mudanza, decía san Ignacio de
Loyola. Otros dicen que si no haces mudanza, lo tienes muy mal.
¿Mudar
o no mudar de piel, como las serpientes? Ésta es la cuestión.
Cambiar de piel, de casa, de trabajo, de ciudad, de personas.
Cambiar, también, las palabras, el decir.
O
no cambiar de lugar ni de palabras. No hacer mudanzas y esperar y
volver a lo mismo, como la política, la religión y la economía de
ciertos países. No hay una receta única para la vida, ni para los
pueblos.
Por
si acaso, cuando las cosas van mal y con posibilidades de ir a peor,
mejor arriesgarse y hacer mudanza, a otro lugar, con otras palabras.
No vaya a ser que te caiga encima la casa de la intolerancia (en las
ideas), que es casa de tolerancia (en la corrupción).
Con
esta metáfora, “casas de tolerancia” y “casas de lenocinio”,
se aludía, hace ya tiempo en un país cuyo nombre nor ecuerdo, a los
prostíbulos selectos de antaño. En cuyos salones era público y
notorio que se reunían políticos, banqueros, industriales, curas,
militares y otros mandatarios, con el objeto de descansar cuerpo,
mente y espíritu, mansamente, después de organizar durante el día
la vida y la miseria de los demás.
2 comentarios:
Anna Babra: Ay que andarse con tiento porque con los tiempos que corren la intolerancia está a la orden del día. No se aceptan los cambios. Muchos se miran el ombligo.
Raúl Yagüe Yagüe
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Mariasun Marti Moragues
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Anna Babra
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Francesc Montull Gimenez
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Amparo Santana
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