Sigue
la polémica de las antologías y las ausencias. Por cierto, la
ausencia, tema muy querido en poesía, como todo el mundo sabe,
comenta el poeta romántico del barrio.
Luego,
la poesía catalana está viva, muy viva y coleando, más de lo que
algunos quisieran, y no hay 155 que la pare, añade la nieta del
anarquista.
¿Poesía
catalana en el bar, y polémica?, ¿no será desacato disfrazado?,
pregunta la vecina taxista.
¡Mejor
que hablen del Mundial y de los Juegos Mediterráneos españoles, y
no se metan en líos poéticos sediciosos!, advierte la cuñada del
dentista.
Me
pareció ver poca gente en la inauguración tarraconense, informa el
periodista en paro.
En
televisión se veía el estadio medio vacío y el campo mal cuidado,
apunta la hermana del informático.
¡Himnos,
aplausos, pitos, silbidos, flautas y grallas, el Rey y Sánchez como
centrales, y Torra, jugando de extremo!, añade la fiscal del barrio,
que no es fiscal, sino vecina que fiscaliza en el bar, murmura el
politólogo, por si acaso.
Me
gusta más una película de poetas, ¡con sus traiciones amatorias,
tráfico de poemas y navajazos por la espalda!, que no estar mirando
en la tele cómo dan patadas a un balón, explica la vidente del
barrio.
Mi
madre tenía un novio futbolista que se hizo poeta por las patadas
que recibía, bromea la hija de la bibliotecaria.
Pues
dicen que en los partidos poéticos también se rompen tobillos y
espinillas y cosas peores, advierte el humorista.
¡Marchando,
una antología bien fresca, digo, una cerveza bien fría, y una de
poesía a la parrilla, digo, de calamares a la romana!, exclama la
dueña del bar.
La
sobrina de la peluquera no ha venido hoy al bar. Dicen que se ha ido
a la playa con un novio antólogo de crucigramas, chistes y
adivinanzas.
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