CANTANDO SE VIVE MEJOR

Dicen en el bar del barrio que este conflicto debe aburrir a todos aquellos que lo viven de lejos y no oyen la música, el canto.

Pues aquí, en Catalunya, dice la nieta del anarquista, esto parece una fiesta, cada día hay una canción nueva, una novedad política, con sus más (el presidente Mas, tenor) y sus menos (el presidente Rajoy, barítono).
No frivolicemos, que esto no es el Liceo ni una ópera, sino un asunto muy grave, responde la cuñada del dentista. Está en juego la unidad nacional. 
¿Que hoy juega la Roja, la selección española, y tocan el himno nacional?, pregunta el humorista. No lo sabía.
No se ría tanto, que se puede atragantar con la música, aconseja el politólogo del barrio.
Soy como pájaro en la jaula, / siempre cantando / aunque no pueda volar, cantaba mi abuela, responde el humorista.

"Quien canta, su mal espanta", advertía mi madre, apunta la sobrina de la peluquera.
Lo mismo ocurre en poesía: escribe el poeta y cantando consuela su mal (aunque no publique el poema), explica el poeta romántico. Las Rimas, de Gustavo Adolfo Bécquer (que a duras penas publicaba), o el Canto general, de Pablo Neruda (que publicaba demasiado).

Cantemos, pues, y resistamos a la falta de diálogo, al mal rollo, con música y una cerveza fresca, concluye la dueña del bar.