EL "KITSCH" NACIONAL

"La Madone au Coeur Blessé" (1991), de Pierre et Gilles

I
El escritor Antonio Muñoz Molina, en su último artículo publicado en el suplemento cultural Babelia, del diario "El País", nos entrega otro de sus magníficos y recomendables artículos, titulado Kitsch nacional.

Un artículo brillante, cuya luz, sin embargo, se ensombrece cuando el bosque del catalanismo entorpece su camino o reflexión (en arrebatada defensa, suponemos, de la unidad variopinta de España, con sus variedades regionales y autonómicas, por supuesto nada "kitsch"). 

Primero nos advierte que el "kitsch" (lo ridículo, lo falso, lo irracional) "es al arte lo que la margarina a la mantequilla, lo que el arcopal a la loza, lo que la novela histórica a la historia, lo que Isabel Allende al mejor García Márquez (no el que se parece a Isabel Allende (...)". 

Una vez superado el asombro al enterarnos de que el peor García Márquez puede salir de Isabel Allende, o que la novela histórica es ridícula al lado de la historia, y más habiendo leído en otros artículos que uno de sus escritores preferidos es Pérez Galdós y admira sus Episodios Nacionales, que de algún modo anticipan la novela histórica española actual, una vez superado este pasmo, el lector entra de lleno en el motivo político que, seguramente, origina el artículo y nos habla ya abiertamente del catalanismo ridículo, falso e irracional (los calificativos son nuestros): 

"Fue el afán patriótico lo que llevo a Chaikovski a despeñarse del todo en el "kitsch" añadiendo cañonazos y vuelos de campanas a la rimbombancia de la "obertura 1812". Con la misma pasión acumulativa, hay patriotas catalanes que se identifican con todas las causas emancipatorias que les parecen afines, con el fervor "kitsch" con que un espectador de ópera ve reflejados sus modestos contratiempos sentimentales en las tragedias desmelenadas de una soprano moribunda". 

Y sigue el sarcasmo con otras analogías. Podríamos decir, en resumen, que en España sólo puede existir un DNI absoluto para todos, un documento nacional de identidad garante de autenticidad, y que cualquier otro documento o pretensión de identidad es "kitsch". Si éste es el sentir democrático y el análisis de los intelectuales progresistas sobre el problema catalán, imaginemos la pared o jaula que los conservadores españoles deben de estar reconstruyendo, con primor "kitsch", para los sediciosos y traidores catalanes. 
En suma, una tristeza.

II

Me entristece que un escritor como Muñoz Molina, que ha escrito un libro extraordinario, Sefarad, contra los totalitarismos de derechas y de izquierdas, cuando escribe sobre el problema catalán, sin embargo, recurra a los mismos sarcasmos y desconocimiento que los recalcitrantes y reaccionarios utilizan para degradar y convertir en innoble el problema catalán, reactivando una unidad de pensamiento y obra de la derecha e izquierda españolas siempre que se toca el tema de España y el problema catalán. España, intocable, y el problema catalán, objeto de la burla más fácil y más vulgar. 
Entristece que, tanto él como otros muchos intelectuales españoles, progresistas, parezcan aún anclados en la visión de aquella España de la Generación del 98, cuando se discutía y, como decían ellos, se "conllevaba" el problema catalán, como si fuera una fatalidad impuesta por los dioses. Republicanos y de izquierdas, sí, pero una sola España, con variedades exóticas, regionales y autonómicas, con su lengua y cultura propias, con su gracia y tradiciones propias, cómo no, pero nada de política y economía demasiado propias, nada de identidad realmente propia. 

En suma, un "problema perpetuo" y sin resolver; es más, "que no se puede resolver, como decía Ortega y Gasset en 1932, cuando se debatía el Estatuo de Autonomía en las Cortes españolas: 

"El problema catalán, como todos los parejos a él, que han existido y existen en otras naciones, es un problema que no se puede resolver, que sólo se puede conllevar... un problema perpetuo... un caso corriente de lo que se llama nacionalismo particularista... las naciones aquejadas por este mal son en Europa hoy aproximadamente todas, todas menos Francia [por]... su extraño centralismo." (wikipedia)

III
El filósofo Manuel Cruz, en otro artículo en "El País", titulado Cataluña: unanimismo versus pluralismo, analiza muy bien la progresiva catalanización soberanista de los partidos de izquierda catalanes (si exceptuamos el claro soberanismo de Esquerra Republicana, desde siempre). Pero, al finalizar del artículo, también recurre a los ejemplos típicos de totalitarismo e irracionalidad que utilizan día tras día los escritores y periodistas de derechas, con los que, en este asunto del llamado "problema catalán", parecen estar de acuerdo muchos intelectuales considerados progresistas.
Y compara, como ya viene siendo habitual tanto desde Madrid como desde ciertos sectores de Barcelona, la ilusión de los manifestantes catalanes del otro día, en la Cadena Catalana, con la ilusión de los "jóvenes españoles que se alistaban voluntarios en la División Azul, además de "todos lo ejemplos que se les puedan ocurrir", nos advierte, pero siempre "intransigentes, fanáticos e intolerantes".

Así pues, el catalanismo se parece también a la División azul, después de haber sido comparado con el nazismo, fascismo y otros totalitarismos.
Hay otro ejemplo político con el que todavía no ha sido comparado: el franquismo. Al final, resultará que el catalanismo es, sobre todo, franquista. Ironías de la historia.
Buenos ejemplos, sin duda, para contribuir al diálogo. 

Sí, una tristeza.