En pleno debate de la Pensión Ulises sobre el tema de la autenticidad poética y los buenos y malos poetas, me permito solicitarles una guía o brújula para atravesar las turbulentas aguas de mi odisea como lector.
La propuesta es ésta: ¿Sería posible obtener de algún modo una lista de buenos poetas, aunque sean malas personas?
Así ganaríamos mucho tiempo tanto los lectores como los poetas, y no perderíamos el rumbo en el océano de las aguas literarias, sean éstas transparentes o subterráneas, y nos dejaríamos de falsos cantos de sirena.
Una simple lista de nombres y obras sería más que suficiente, y una gran ventaja para los lectores jóvenes, nuevos Telémacos, que no se verían obligados a buscar por las caóticas librerías y a leer sin ton ni son.
¿Para cuándo esas listas de poetas, UNAS LISTAS DIDÁCTICAS que nos puedan orientar en nuestro viaje? Pues, de lo contrario, deberemos esperar a ser todos póstumos y que la posteridad ponga a cada uno en su sitio. Y lo peor es que, entonces, no podremos disfrutar con los vivos de esas listas, y sólo nos quedará la esperanza de ser convocados por alguna espiritista en torno a la mesa de la vida poética: conocer, al fin, lo que los poetas y críticos opinan de los poetas y críticos. Pero entonces ya seremos todos lectores póstumos.
¿Nadie se atreve a opinar en público y "decir" lo que "no dicen" los suplementos y revistas de los Poderes Culturales?
Ánimo, quítense la cera homérica de los oídos y escuchen a la vida, que es breve y largo el arte, como dicen los poetas adultos. Me muero de curiosidad.
Telémaco, un joven curioso
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