martes, 30 de diciembre de 2008
LA COMEDIA DEL ARTE
YouTube - E la nave va de Fellini
No sé si se trata de una inocentada o de una ingenuidad, como dice El otro Rimbaud, o de una ingenuidad perversa, lo que pregunta Una joven compositora sobre el tema de la autenticidad en la poesía. ¿O no será que padece una idealización de los poetas, como sugiere MCM? Como decía un título de Enrique Jardiel Poncela, “Pero... ¿hubo alguna vez once mil vírgenes?”
Ayer, al leer de nuevo el blog de la Pensión Ulises
-cosa que hago habitualmente y lo encuentro más divertido que ir a los tostonazos de presentaciones de libros, revistas y conferencias-, entre el alud de felicitaciones navideñas, que recibo y comparto con agrado, me encuentro con esta pregunta tan puta (perdonen la palabra) sobre la autenticidad. Mi respuesta a tan pura pregunta (y ahora no digo “puta”), es que siendo adolescente se lee con tal pasión que la obra queda engullida por la mitificación que hacemos de su autor. Después, cuando descubrimos al autor en su desnudez personal (creo que otra “pensionista” hablaba de poetas en calzoncillos o bragas), el desengaño es total, y tanto el poeta como sus poemas se van a freír espárragos o lirios. Con el paso del tiempo, cuando envejecemos y nos volvemos todos obscenos (como dice Antonio Machado), por fin sólo leemos la obra y ya no esperamos más del autor.
Quisiera añadir que una mala persona será siempre una mala persona, sea poeta o no, y un buen poema siempre será un buen poema a pesar de su autor. Como dice un refrán, “el infierno está lleno de buenos propósitos”.
Sin más, os deseo una buena entrada y salida de año.
La Colombina Impaciente
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