Foto: J.X.
Desde
que había decidido no tener casa propia, su alma no podía olvidar
todas las veces que su cuerpo había recorrido escaleras y pasillos
arriba y abajo, en busca de los innumerables lavabos de aquella Asociación Cultural de Laberintos.
Después de transitar de un “lavabo ocupado” a otro, al fin podía acceder a un “lavabo libre”. Luego, se dirigía a una sala solitaria a descansar, e imaginaba otro encuentro con ella. Otro encuentro imposible con la novia muerta.
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