Foto: J.X.
Cerró la puerta de la habitación y salió al pasillo del hospital. Las enfermeras le recomendaron que no se quedara a dormir en la misma habitación donde ella se estaba muriendo. En el mismo barrio, cerca del hospital, buscó habitación en un hotel, hostal o pensión. No encontró ninguna. No era un barrio turístico, le dijeron. Quería tomar una cerveza. Pero no lo hizo. Volvió al hospital. Entró en la habitación y ella estaba con los ojos muy abiertos, como diciéndole que no buscara otra habitación. Le dio un beso y le cerró los ojos.
Éste no fue el final de una historia de amor en la última habitación, sino el comienzo de otra historia amorosa reencarnada en el silencio.
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