Foto: J.X.
No lo digas.
Ya lo has dicho muchas veces. Pero no lo digas más.
Si ahora lo dices otra vez, con más desesperación y claridad, ya no será lo mismo, y lo dirás sin encubrimiento.
La poesía acoge bondades y maldades, y las encubre, sobretodo estas últimas, las maldades, las maldades más graves.
No lo digas. No hables más. Súfrelo, que la poesía te encubra como si fueras un malhechor perseguido, y cállate.
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