Foto: J.X.
No podía vivir sin ella, aquella novia que le había dejado solo, maltrecho, agarrado a una esquina.
Ella no era una novia efímera, una novia más en su vida.
Era blanca la esquina donde permanecía agarrado, esperando en vano la llegada de su novia.
Agarrado a la esquina blanca de un hospital, esperando a la novia muerta.
Hay palabras pintadas en una de las paredes de esa esquina. Cada vez que llueve, se mueven, gotean y sangran.
Pero no se borran.
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