Foto: J.X.
Él no tenía mal corazón.
La vida lo arrojó a la calle y manos misteriosas se agarraron a su corazón y lo manosearon aquí y allá, malgastándolo.
Los días que siguieron a la disipación, después de tanto dilapidar el corazón, los pasó aprisionado en un sitio u otro.
O encarcelado.
El corazón ya era historia, una mala historia. Un cuento de ruina, de pobreza.
El ramo de flores, envuelto en papel de plata, goteaba sangre.
(Por un pliegue rasgado del papel de plata, resbalan una gotas de sangre. Todavía guardo en la memoria, el ramo de flores y las gotas de sangre que se deslizan por el papel de plata y caen al suelo de la calle.)
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