miércoles, 9 de diciembre de 2020

BUSCANDO UNA SALIDA

Foto: J.X.

Dar vueltas y vueltas en el laberinto, esquivando las trampas del subsuelo que conduce a los bajos fondos de la vida.

Encontrar al fin una salida y seguir caminando en línea espiral (no hay otra línea de camino a la vista), hasta llegar al confín.

Pero es un confín aparente. Hay que saltar y cruzarlo para alcanzar el otro lado del límite.

Llegar, pues, al otro lado del confín, donde se anuncia (¿quién lo anuncia?) que es posible hallar lo perdido: personas y momentos de la vida. Perdidas tanto las palabras pronunciadas, como las palabras pendientes de ser dichas. Perdidos los hechos, perdido lo pendiente.

Anuncian que, atravesando el confín, más allá del límite, será posible hallar todos los instantes perdidos que se nos escaparon en el silencio, en un abrir y cerrar de ojos.

En un abrir y cerrar de ojos o de boca, que es el silencio de lo no dicho, el silencio de lo no amado justo entonces, el silencio de todo lo perdido en un instante, de todo lo pendiente que aún nos convoca en las grutas del tiempo.

Resuena una voz a ras de tierra: "En el subsuelo de los caminos, en el entramado oscuro y húmedo de las calles, tomar un vermut a solas se vuelve más amargo".

Claro que si oye el lamento y viene a echarte una mano el espíritu que de vez en cuando pide una o dos cervezas, y resbala con las flores (beba o no unos vasos de cerveza)..., entonces...

2 comentarios:

lectora de la Vall dijo...

Un relat tot poesia, cru i tendra a la vegada. Es difícil expresar els sentiments sense no anomenar cor, amor...m´ha agradat molt.

insurrecta de las palabras dijo...

Cuando un espíritu viene a echarte una mano, aunque estén perdidas todas las palabras, todos los instantes, todos los silencios...todo es más llevadero.