viernes, 6 de noviembre de 2020

PEQUEÑOS CONSUELOS

Foto: J.X.

Ésta es la historia de un novio que había sido abandonado..

Entre tanto desconsuelo como sentía en los últimos días, tenía una pequeña manía, un mínimo consuelo. Se aproximaba al corazón cualquiera de los pequeños objetos que tuviera en casa y  lo frotaba con dulzura. Como si, con esta acción, se frotara el corazón con la piel de esos objetos.

Podríamos decir, pues, que eran suyos, de la novia ausente, todos los objetos de la casa. Porque todos sin excepción eran, en realidad, más objetos personales de ella que de él (incluso los personales de él eran más de ella).

¿Por qué esa identificación con los objetos que habían quedado en casa después del abandono?, se preguntaban algunos.

Quienes se preguntaban la causa de esta sensación de consuelo, no sabían que las manos de ella habían insuflado en los objetos una vida mágica, mediante el trato y la ternura con que los tocaba para colocarlos aquí o allá, al azar, o bien en un sitio determinado, o simplemente para quitarles el polvo.

Y entonces era como si los volvieran a acariciar aquellas manos de la novia ausente, de la novia muerta.

Toda la tristeza del mundo cabía en un pequeño objeto lleno de ausencia.



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