lunes, 14 de septiembre de 2020

LA PREGUNTA

Foto: J.X.

¿Qué buscaba, que intentaba hallar vagando así por las calles, si, como decía él, ya no quería ni buscaba nada?, preguntaban algunos.

Algo buscaría, responde alguien.

Sí, pero, ¿qué?, responde otro.

Nunca lo sabremos, contestan algunos.

Se dice que una vez preguntó en un bar que está cerca de su casa, si habían visto pasar por allí a una novia muerta, pues esperaba una nota de ella explicándole el motivo del abandono. La señora del bar, perpleja, un poco asustada, le preguntó con amabilidad: ¿A qué abandono se refiere? Y él, sin inmutarse, contestó: “Hablo del abandono en que me ha dejado la novia muerta”.

Entonces, la señora del bar, disimulando, dijo no saber nada del asunto, abrió el grifo y se puso a lavar unos vasos. Él salió del bar, cabizbajo, sin hacer más preguntas. Qué horror, ¿no?, cuenta uno de ellos.

Era un alucinado. Había abusado demasiado de visiones y metáforas, distanciándose de los vivos y tratando a diario con los muertos. Y al final acabas mal, merodeando de mala manera de aquí para allá, sin buscar nada concreto, nada propio de la vida. Cada día más solitario por las calles, invocando a los espíritus, ya más muerto que vivo, opinaba otro de los vecinos, que escribía versos los días de fiesta.


1 comentario:

Una vecina de la Pensión dijo...

Cuando uno se siente abandonado hasta el extremo de ir por los bares a preguntar por una novia muerta, es tal la confusión en su vida que nada ni nadie le podrá consolar y solo le llevará al presente, un encuentro con la novia muerta.