J.X.
Ésta
es la historia de un caso asombroso del que daba noticia una revista
de barrio, en cuya redacción recibieron un sobre sin remitente,
seguramente de uno de los lectores. Contenía una hoja de papel, no
firmada, que relataba lo que parecía una confesión del autor o
autora:
"Cuando
el abandono le atormenta, ocurre a veces que el alma se le transparenta
a través del cuerpo, como si quisiera manifestarse a través de la
piel. Entonces, quienes en el barrio observan o saludan a sus
vecinos, quizá uno de ellos le pregunte: ¿Has adelgazado?, ¿te
encuentras bien?
Si
la pregunta se la hacen un día como hoy, en verano, o un día de
primavera, no hay problema para responder: les dice que con el buen
tiempo y el calor siempre pierdes algo de peso.
Pero
si se lo preguntan en otoño o en invierno, la cosa se complica y la
respuesta debe ser más elaborada, más sofisticada. En general, le
gusta responder que, desde hace unos días, por comodidad, se compra
la ropa una talla más grande de la que le corresponde, y eso le hace
aparentar más delgadez.
Ésa
es una de las preguntas que algunos, de improviso, le pueden hacer en
el barrio, cuando el cuerpo transparenta el abandono que una muerte
puede dejar en el alma.
Como
si ésta, el alma, hubiera ido agujereando el cuerpo de manera
furtiva, por las noches, cuando la organización carcelaria del
cuerpo se relaja y sueña pesadillas.
Hasta
que una noche, aprovechando la delgadez de las paredes, ya muy
agujereadas, se escabulle entre los huesos y se escapa."
1 comentario:
Cuando el alma ya no puede resistir la opresión de un cuerpo dolorido, abandonado, va creando agujeros hasta llegar a la piel y salir para huir de un sufrimiento irresistible. Pero, ¿cómo sobrevive este cuerpo sin alma? No sabemos qué podrá responder algún vecino, preocupado por esa delgadez, si hacen esta pregunta.
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